Cuando 1+1=1

María Comillas FIRMA INVITADA

OPINIÓN

XUNTA

07 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el día a día estamos acostumbrados a escuchar y utilizar frases que expresan malestar. Algunas veces, este malestar tiene también un sinónimo en términos médicos, como cuando alguien dice «me muero de frio» para una posible hipotermia, «me muero de sed» cuando hay sensación de deshidratación, e incluso «me muero de risa» en el momento en el que se siente falta de aire o asfixia debido a una consecución de carcajadas. Todas estas expresiones tienen que ver con el cuerpo, con lo físico. Pero ¿qué pasa con las emociones? ¿Es posible morir de algún sentimiento? Por ejemplo morir de pena. Si nos paramos a pensar y nos preguntamos a nosotros mismos, lo que podemos asegurar es que la pena duele. Puede ser de una manera más o menos intensa, pero duele. No es demasiado raro que en parejas de personas ancianas que han estado «toda su vida juntos», cuando uno de los dos fallece, el otro miembro de la pareja muera también poco tiempo después. Pero ¿por qué pasa esto? ¿Es casualidad? Cuando alguien pierde algo que considera esencial para su bienestar, para su equilibrio, para su vida, puede ser difícil recomponerse y encontrar otro sostén, otro sentido. Hay tantos tipos de relaciones como relaciones entre personas. Cada uno de nosotros nos relacionamos de una manera distinta con cada persona que conocemos. Y a su vez hay infinidad de formas de vivir una pérdida y de sobrellevar un duelo. Juntando esos dos factores el tipo de relación y las diferentes maneras de vivir las pérdidas, podemos pensar en multitud de combinaciones emocionales, que se escapan a este mundo de ciencia, de tecnología y de lógica en el que vivimos. Es entonces cuando morir de pena o morir de amor pueden empezar a tener sentido. En el momento en el que entran los sentimientos en una fórmula matemática los resultados de una ecuación pueden ser impredecibles, porque una persona más una persona no tiene que ser igual a dos (1 + 1 = 2). Cuando dentro de las cuentas sencillas hay cuestiones más subjetivas, más sentimentales, las fórmulas matemáticas no funcionan igual de bien. Entonces también dos personas menos una persona puede ser igual a ninguna persona (2 - 1 = 0). Y esto ¿por qué funciona así? Como decía Antoine de Saint-Exupéry  en el libro El principito «Lo esencial es invisible a los ojos».