Un intento de estafa política

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Alejandro García

29 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En ocasiones, las estrategias políticas de los partidos y de sus dirigentes son tan torpes, tan incomprensibles, y conducen de una manera tan evidente a un callejón sin salida, que la única explicación lógica es pensar que quien las ejecuta busca deliberadamente el caos para, a partir del absoluto desorden, presentarse como el mal menor necesario. Ignoro si el maquiavelismo que se atribuye al gurú de Pedro Sánchez, Iván Redondo, llega hasta semejante extremo. Pero, de no ser así, lo lógico sería despedirlo fulminantemente. Desde el mismo momento en el que Sánchez llamó a Pablo Iglesias para proponerle un abrazo que tapara la evidencia de que ambos habían perdido votos y escaños en las urnas, el líder del PSOE era perfectamente consciente de que se estaba encadenando a ERC. Con los números en la mano, sabía que no había ninguna posibilidad de que ese Gobierno, sin más programa que un folio con diez obviedades, saliera adelante sin pactar con los independentistas.

Por eso es tan falso como patético el teatrillo que se traen ahora el PSOE y sus exégetas mediáticos al escandalizarse por las condiciones que pone encima de la mesa Gabriel Rufián, teledirigido por Oriol Junqueras desde la prisión de Lledoners. «¡Chantaje!», «¡inconstitucional!», claman los socialistas cuando los republicanos exigen a cambio de su imprescindible abstención lo que han defendido toda su vida. Negociación de igual a igual con el Gobierno en una mesa en la que se hable de autodeterminación, con un calendario concreto y por escrito.

¿Qué esperaban Sánchez y los suyos? ¿Que ERC le regalara al líder del PSOE con entusiasmo la presidencia del Gobierno sin más contrapartida que una retórica apelación al diálogo para luego, una vez investido, hacer lo que le plazca? Es Sánchez quien se ha metido conscientemente de cabeza, y de paso nos ha metido a todos los españoles, en ese infernal escenario de mendigar la gobernabilidad del país a ERC, campeón del cuanto peor para España, mejor.

Si el plan del PSOE y Unidas Podemos era que ante las previsibles condiciones inaceptables de ERC para permitirles gobernar en coalición fueran otros los que les sacaran las castañas del fuego, se han columpiado a lo grande. Generar primero el caos, es decir, pactar un Gobierno de coalición sabiendo que solo es posible con el apoyo de los independentistas, y luego exigir el respaldo del PP y Cs a ese Ejecutivo para evitar que el PSOE ceda ante las exigencias de los separatistas sería una auténtica estafa política. ¿Pero es que alguien en su sano juicio puede pretender que el PP facilite con su voto que gobierne un partido como Unidas Podemos? Aunque algunos intenten confundir al personal, esa no puede ser jamás la solución. Es Sánchez quien se ha buscado irresponsablemente esa diabólica encrucijada política. Y ahora, solo tiene dos opciones. Ceder ante ERC provocando una crisis constitucional de consecuencias incalculables, o renunciar a gobernar con Iglesias y tratar de alcanzar un acuerdo con el PP, que es lo que debió hacer desde un principio. O eso, o nos vemos de nuevo en las urnas.