Las otras violencias

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MI MUNDO ES OTRO

OPINIÓN

RAÚL SANCHIDRIÁN

27 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La primera vez te quedas seca, sin palabras, sin poder reaccionar. Estás paralizada y acorralada. Te palpita el corazón, te sudan las manos y extrañamente sientes que estás helada. Adherida al miedo. Atenazada como si fueras un ser minúsculo que se ahoga en su propio silencio. Esa es la sensación que tienes cada vez que un violento te encara y te apabulla, cada vez que alguien se impone con exceso de agresividad. La primera vez que alguien te grita y pega un puñetazo en la mesa te quedas seca, sin palabras, sin poder reaccionar. Cada vez que un abusón en el patio del colegio insulta a un niño, se burla, se ríe en corrillos, hay un ser humano herido, humillado, que tiene que recomponerse de la agresión. Pero nos hemos acostumbrado a eso, a esa violencia que no es micro, pero que invisibilizamos sin darle importancia y que aceptamos,unos por prudencia, por educación, por temor, por respeto, mientras otros se agitan en la incontinencia de la ira, de la furia, de la falta de control, del grito, del abuso. Son esas otras violencias que padecemos y que pocas veces atajamos. Ni cuando va directa hacia nosotros ni cuando la observamos en otras personas que la sufren; cuando alguien se sale del tiesto, cuando nos abroncan, cuando gritan en un coche, en el trabajo, en una sobremesa. Damos por sentado que son personas así, que se hacen grandes chillando, hiriendo, golpeando, insultando. Personas que dan mal trato a otras que se quedan calladas, que se aguantan, que no tienen palabras y van conteniendo todo un desbordamiento agresivo que justificamos en el lenguaje coloquial: «Tiene mucho carácter». Y no. Mientras unos disparan sus balas, otros se desangran en silencio. Son las otras violencias que tenemos que denunciar.