El INE está realizando un estudio sobre movilidad en España gracias a los datos de millones de móviles personales facilitados por las operadoras. La polémica está servida

Aunque la polémica está servida, Antonio Argüeso Jiménez, subdirector general de Estadísticas Sociodemográficas del INE, quiere tranquilizar a todos los ciudadanos y sostiene que en ningún caso se les espiará. Explica que en ningún caso tienen acceso a información de los usuarios del teléfono móvil. Sí de la situación de las terminales (de sus propietarios) y de cómo se mueven a diario de casa al trabajo. Así analizarán cómo se distribuye la población a lo largo del día, y las concentraciones en torno a las grandes ciudades y comarcas.

Sabina Guaylupo, abogada y directora de Privacidad de Mydatamood, desgrana todos los mecanismos que están a mano del ciudadano para evitar que sus datos más personales se divulgen o se usen para fines comerciales. La abogada defiende que ese derecho de oposición debería ejercerse ante las operadoras, no ante el INE, en este caso concreto.


El derecho de oposición frente al uso de tus datos personales

En primer lugar, me gustaría dejar muy claro que no es el INE el que va a rastrear los movimientos, ni los datos generados por el móvil. Serán las tres teleoperadoras seleccionadas (Movistar, Orange y Vodafone) quienes han vendido al instituto los datos agregados y anónimos correspondientes a las posiciones de dichos móviles. Es decir, en todo caso, serán las teleoperadoras las que nos espían. 

En sí misma, esta práctica no debería levantar sospechas ni temores. Al fin y al cabo, es una entidad pública (INE) la que se beneficia de una información que le proporciona la empresa privada. El problema es que el tema se ha llevado con tan poca transparencia por parte de los involucrados, que se han levantado demasiadas dudas. Por un lado, los ciudadanos se acaban de dar cuenta del mercado que hay en torno a los datos. Y, sobre todo, a la posibilidad de que ese mercado, desconocido hasta ahora, se base en datos personales o en información privada de cada uno de nosotros. Pero, además, el ciudadano siente que le controlan, le rastrean sin él saberlo y, sobre todo, sin poder evitarlo.

Ello me lleva a la siguiente reflexión y es el grado de desconocimiento de la sociedad acerca de los mecanismos con los que cuenta para poder protegerse de este y de otros abusos o «mal usos» que se pudieran dar con sus datos. La legislación, tanto europea (RGPD) como española (LOPDYGDD), establece la posibilidad de ejercer una serie de derechos (acceso, rectificación, oposición, cancelación, portabilidad y limitación de uso), precisamente para que seamos los ciudadanos quienes podamos tomar el control de lo que ocurre con nuestros datos. Así, el derecho de oposición permite que el ciudadano se pueda oponer a que el responsable realice un tratamiento de los datos personales en los siguientes supuestos:

1.- Cuando sean objeto de tratamiento basado en una misión de interés público o en el interés legítimo, incluido la elaboración de perfiles.

2.- Cuando el tratamiento tenga como finalidad la mercadotecnia directa, incluida también la elaboración de perfiles anteriormente citada.

Este derecho implica que una vez solicitado, bien a través de iniciativas como mydatamood.com, como a través del formulario publicado por la AEPD https://www.aepd.es/media/formularios/formulario-derecho-de-oposicion.pdf, la empresa que esté tratando esos datos personales debe dejar de hacerlo, y solo en el caso de que pueda demostrar que el interés público o legítimo de la empresa es superior o más importante al derecho a la privacidad del ciudadano, no podrá usarlos más.

En el caso del INE, el derecho de oposición se debería ejercer ante las teleoperadoras, y no solo por los datos vendidos expresamente al INE, ya que estos, si la anonimización se ha hecho correctamente y no hay posibilidad técnica ni humana de identificar a nadie, no son datos personales y, por lo tanto, no operaría este derecho de oposición, sino frente a nuestros datos personales en general, más allá de los usos o fines para los cuales fueron recogidos.

Sirva este caso para concienciar a la ciudadanía en el uso y protección de sus datos, y para que tanto las entidades públicas como las empresas privadas se den cuenta de que hay que ser más transparentes con los ciudadanos/usuarios, y evitar que una práctica, que podría ser beneficiosa, se perciba como todo lo contrario.

Autor Sabina Guaylupo Abogada y directora de Privacidad de Mydatamood

Un proyecto estadístico novedoso y pionero en Europa

El INE no va a espiar ni rastrear los movimientos de nadie a través de su teléfono móvil. Cuando se anunció el proyecto sobre cómo medir la movilidad de la población a partir de datos de los tres principales operadores de telefonía móvil, nada nos hacía suponer que se iba a producir la reacción en cadena que se dio en la opinión pública. 

El debate entre defensores y detractores del proyecto ocultó el propio contenido de la iniciativa, que no supone ¡ni mucho menos! un espionaje masivo de la población durante ocho días. Pero tampoco es la solución de todos los problemas del transporte y las infraestructuras, como sostenían otros.

Se trata de un proyecto estadístico, novedoso, porque el INE es la primera oficina estadística europea que aborda en profundidad esta vía (hay varios ejemplos, pero de mucha menor envergadura). Pero, en otro sentido, no nos alejamos ni un milímetro de la línea de respeto a la confidencialidad que sigue la institución desde su creación, hace ya más de 80 años. El INE solicita de los operadores datos estadísticos, agregados. No recibimos información individual de ningún tipo sino recuentos de número de terminales que se encuentran en zonas bastante grandes (de media tienen 15.000 habitantes cada una, y como mínimo 5.000). Y también se pide determinar cuántos de los móviles que residen en cada zona se encuentran en otra área la mayor parte del tiempo durante el día. Así, si en una zona se encuentran, por ejemplo, 10.000 teléfonos de media por la noche, los operadores nos dirán que 8.000 de ellos siguen estando en esa misma zona (de media) durante las horas centrales del día y que los otros 2.000 se reparten en otras cinco o seis zonas distintas.

Como cautela adicional, los operadores propusieron no darnos recuentos cuando entre una zona de origen y una de destino se desplacen menos de 10 teléfonos. Es una buena medida, que no afecta al proyecto y supone incluso una mayor restricción ante una (ya de por sí imposible) determinación de datos individuales.

Y todo esto ¿para qué sirve entonces? Esta investigación ayudará a conocer mucho mejor cómo las distintas poblaciones atraen o emiten población durante el día o cómo funciona la creciente concentración de población en torno a municipios principales en cada comarca, o en las grandes ciudades, lo que permitirá estudiar mejor las áreas urbanas funcionales o los mercados de trabajo locales, y también indirectamente las tensiones en transportes e infraestructuras.

El INE se suma a las muchas instituciones públicas en todo el mundo que intentan aprovechar las nuevas fuentes de datos (big data) para que reviertan en el beneficio de la sociedad en su conjunto. Y lo hace respetando al máximo, como siempre, la privacidad, la preservación del secreto estadístico: nuevos métodos, viejos principios.

Autor Antonio Argüeso Jiménez Subdirector general de Estadísticas Sociodemográficas del INE
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