Día a día en Medicina

Claudia Lamela Oujo FIRMA INVITADA

OPINIÓN

XOÁN A. SOLER

08 nov 2019 . Actualizado a las 21:06 h.

Domingo de noche, seguimos pendientes del grupo de WhatsApp, ya que en la USC no se utiliza el campus virtual ni el correo institucional para notificarnos los cambios de última hora. Dan las once y media y nuestra delegada escribe: «Se confirma que vamos a recuperar la hora que perdimos la semana pasada», esa hora perdida porque un profesor se olvidó de venir, o porque no le notificaron el cambio, aunque ya nos da igual…. Resignados, nos damos cuenta de que nos la han puesto a última hora de la mañana, así que nos levantamos de la cama, ya que habrá que preparar algo rápido para comer al día siguiente, porque no nos dará tiempo a volver a casa al mediodía.

De esta manera empieza una semana más, y llegamos a la facultad cargados con los apuntes, el ordenador, la comida y un sinnúmero de cosas. Mientras tanto, no podemos dejar de pensar: necesito ponerme al día, a ver si puedo ir a la biblioteca alguna horita, quizá pueda saltarme alguna clase, pero, ¿van a pasar lista? ¿Y si dicen algo importante?

Y así, pese a nuestro cansancio acumulado, y por ese «por si acaso» que nos reconcome, somos muchos los que asistimos a la clase expositiva: la chica que viene desde A Coruña porque trabaja allí para costearse los estudios, el chico que entró con alguna convalidación y está agobiado porque se le solapan, y el resto de compañeros que, aunque están tan hartos como nosotros, siguen luchando por estar en clase, pese a que cada vez son menos los que van aguantando hasta las 21.30.

Nos organizamos para poder tomar apuntes de todas las horas, y tenemos comisiones con mucha gente en cada curso, porque te lo avisan: Medicina es duro, no vais a ser capaces solos, no os da tiempo… Pero hemos decidido cambiar, y, si podemos trabajar juntos para sobrevivir a esto, ¿por qué no juntarnos para cambiarlo? A nuestras espaldas nos pesan antiguos intentos, los cuales siempre quedaron en nada, y vamos aguantando cada vez cosas más y más graves, como ir a prácticas y que no se nos enseñe nada o que, directamente, nos pidan que nos vayamos. Incluso en los primeros cursos nos encontramos en situaciones como que lleguemos el primer día de prácticas de alguna materia y se nos diga que esas clases no existen, pese a estar en el horario y haber sido pagadas, o que los alumnos no sepan si se les va a convalidar o no una asignatura hasta días antes del examen final… Y es entonces cuando llegamos a casa que nos preguntamos: si nadie nos cuida, ¿cómo vamos a poder cuidar de los demás?