La gran lección del nacionalismo vasco a los independentistas catalanes

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Miguel Toña | efe

26 oct 2019 . Actualizado a las 10:22 h.

Un amplio grupo de partidos nacionalistas -de hecho, todos los existentes en España, incluido el BNG- se reunieron en Barcelona para hacer una declaración que ellos, sin duda, consideran histórica. Entre los asistentes estaba, cómo no, Arnaldo Otegi, reconocido demócrata de toda la vida que, igual que sus compañeros de manifiesto, no ve la posibilidad de «una democratización plena del Estado». Ante ese terrible fallo del sistema político español, los conjurados decidieron por lo menos cuatro cosas: reclamar el derecho de autodeterminación, rechazar la sentencia del procés, exigir la liberación de los presos catalanes y que puedan volver a España los «exiliados», que deben ser el señor Puigdemont y compañía.

Como festival independentista, no estuvo mal. Seguro que lo celebraron con gran euforia, porque encontraron la clave de todos los problemas de España. Todos juntos no tienen muchos diputados, ni representan a gran parte de la sociedad española, pero saben hacer ruido, que es lo que se estila en estos tiempos de tribulación. La sorpresa vino cuando pasaron el papel a la firma y el PNV se desmarcó y dijo que no contaran con él. El argumento del nacionalismo vasco tiene un enorme valor simbólico: ni es tiempo de hacer esas demandas, ni el documento ofrece ninguna solución propositiva y presenta «una visión negativa de la realidad actual del Estado español».

El nacionalismo vasco es el más realista de cuantos pueblan este país. Conoce las teclas del poder y las usa con inteligencia y pragmatismo. Influye en los gobiernos centrales según sus necesidades. Sabe poner precio a los favores que hace. Pacta cuando le conviene y lo que le conviene. Obtiene todo lo que necesita para tener las cuentas saneadas. Y dispone de recursos para que sus funcionarios sean los mejor pagados, para que sus servicios sociales sean ejemplares y para no necesitar un solo crédito para llegar a fin de mes. El Concierto Económico les permite vivir casi en la independencia, pero sin sus servidumbres. Y todo ello, sin renunciar a sus señas de identidad y sin dejar de reivindicar la nación vasca en cada acto de partido.

Compárenlo ahora con las veleidades independentistas de los nacionalistas catalanes. Tiene una economía en quiebra, obligada a pedir constantemente el auxilio del Estado. Sus servicios públicos provocan malestar social. La influencia en Madrid es un ejercicio de nostalgia de los tiempos de Pujol. No se cuenta con ellos porque no saben negociar; solo saben acumular agravios. Y así, se han situado en un terreno en el que no encontrarán la independencia, pero tampoco la prosperidad. Podían aprender algo del PNV. Saldrían ganando ellos y a nosotros nos dejarían vivir algo mejor.

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