Me lo han puesto a huevo

Javier Guitián Rivera EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

MONICA IRAGO

07 oct 2019 . Actualizado a las 09:25 h.

Un colectivo de veganas, se ha convertido en protagonista en las redes a raíz de la difusión de un vídeo en el que defienden separar a los gallos de las gallinas «para evitar que las violen». «Tuvimos que separar a los gallos porque no queríamos que las violaran, aunque fuera su naturaleza», afirmaron. La cosa no acaba aquí, ya que nos informan de que «los huevos son de las gallinas, son suyos, por eso los ponen ellas, es su menstruación. Comérselos es robárselos y financiar la esclavitud animal». ¡Ay madre!

Tengo un profundo respeto por cualquier opción dietética, por los veganos, vegetarianos, etcétera, y desde luego no estoy dispuesto a perder un solo minuto en explicarles lo que es un huevo de gallina; con mucha más gracia que yo lo hace un ganadero almeriense en un vídeo donde explica cómo funciona su granja. Lo que no es de recibo es la ignorancia y la falta de criterio que muestran las protagonistas del vídeo.

Tratando de informarme he leído que los veganos, que no comen alimentos de origen animal, no comen miel para evitar la explotación de las abejas, y tampoco higos porque «contienen avispas muertas». Sin embargo ignoran que muchas de las frutas que ingieren son polinizadas por colonias de abejorros producidas en cautividad, y transportadas en camiones, o que muchos aditivos que se utilizan en alimentación, o en bebidas, contienen sustancias de origen animal.

La mayoría de veganos creen que su dieta a base de vegetales es lo mejor que pueden hacer para detener el desastre ecológico. Sus valores son perfectamente válidos, pero no entienden que la agricultura es lo más destructivo que los humanos le hemos hecho al planeta. Los monocultivos vegetales arrasan las poblaciones autóctonas y los ecosistemas, no son sostenibles; es verdad que en un alto porcentaje de esa producción es para alimentación animal, pero no es la única fuente de consumo.

Lo que tiene un pase es lo de la violación de las gallinas. Una cosa es alimentarse de lo que uno quiera, o preocuparse por el bienestar animal, y otra bien distinta acusar a los gallos de violadores. Ya puestos, no sé como calificarían el canibalismo sexual de las mantis religiosas, en el que los machos suponen una parte importante -si no la mayoría- de la dieta de una hembra durante la época de apareamiento; o de la llamada «inseminación traumática» en chinches.

Utilizar estructuras mentales, ideológicas, etcétera, para referirse al comportamiento animal tendría gracia si no corriera el riesgo de banalizarlo todo, incluso la opción vegana que pretenden defender. En un momento en que la preocupación de la población por el bienestar animal o por la alimentación sostenible crece en la población, declaraciones como estas suponen un claro retroceso. Muestran, además, una absoluta ignorancia sobre el mundo animal.

En fin, que «me lo han puesto a huevo».