Campaña por la confianza

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

23 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los estudiosos del márketing electoral aseguran que todos los líderes políticos arrancan las campañas con lo que ellos denominan bolsa de confianza. Que no es otra cosa que una mochila en la que guardan un superávit del crédito que le conceden los votantes. No es el caso. A la cita del próximo noviembre acuden los líderes españoles bajo mínimos. No solo porque han agotado hace tiempo esa confianza que les dimos, sino también porque, en lo que queda hasta allí, han de recuperar el crédito y convencer al electorado de que son merecedores de su apoyo.

Lo tienen todo en contra. El récord mundial de convocatorias electorales, los 600 millones que nos gastamos este año en votar, los cinco años de gobiernos paralizados, la incapacidad para llegar a acuerdos, su escasa responsabilidad y su nulo compromiso con el país. Y la falta de respeto que nos profesan. Desde la llegada de la democracia no habíamos sufrido una clase política de tan bajo nivel, ni tan alejada de la sociedad.

Saquemos el cronómetro y veamos los segundos que desde hoy y hasta el 10 de noviembre le van a dedicar a nuestras necesidades; a presentarnos sus programas y a decirnos que están dispuestos al sacrificio por el bien de España. Ni diez segundos. A lo que vamos a asistir en las próximas semanas, ya comenzaron a hacerlo, es a un relato que nos sabemos de memoria, consistente en desacreditar a los de enfrente, tratar de demostrar que yo no tuve la culpa de la nueva convocatoria y al háganme caso que yo soy el futuro.

La opereta a la que asistimos en los últimos años no ha terminado. Comienza un nuevo acto en el que sus protagonistas van a centrarse única y exclusivamente en recuperar la confianza del electorado. Los programas de gobierno han pasado a mejor vida y con ellos se fueron las ofertas electorales. Ahora lo que importa es que los creamos. Que confiemos en que son los mejores y los que nos pueden sacar del agujero. Lo malo es que van a tener que convencer a un país, desconfiado, aburrido y cabreado, que cree mayoritariamente que lo mejor que puede pasar es que salgan corriendo y nos dejen en paz. Que bien lo merecemos.