La querella de la investidura

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Rios LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

14 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

E l interminable lío organizado con la investidura de Pedro Sánchez no es, ni mucho menos, el más agrio y prolongado a costa de los actos de investir. La conocida como querella de las investiduras, que comenzó en el 1075, duró hasta 1124. Como Pablo Iglesias y Sánchez hoy, entonces competían el papa de turno y los príncipes católicos del Sacro Imperio Romano Germánico. El objeto de la interminable disputa no era una coalición, sino los derechos del emperador y los suyos a investir clérigos. El Concordato de Worms puso fin a la pelea: cuando se tratase de un feudo eclesiástico, la investidura clerical del beneficiario correspondía a la autoridad de la Iglesia, y la investidura feudal, al poder civil.

En los primeros tiempos del español se empleaba más la forma envestidura, que hasta el siglo XIX prevaleció sobre investidura, aunque esta se usaba desde el XIV. «Convalecido ya el Almirante de su gravísima enfermedad, y consolado muncho [sic] con la venida de su hermano don Bartolomé Colón —escribe fray Bartolomé de las Casas en Historia de las Indias (1527-1561)—, acordó [...] de criallo e investillo de la dignidad o oficio real de Adelantado de las Indias». Hoy no se usan más que las formas investir e investidura.

La investidura, que antaño era la concesión de un feudo por un señor a un vasallo, ha evolucionado. Actualmente es el acto por el que a una persona le confieren una dignidad o un cargo importante. Antes se simbolizaba con la entrega de un objeto, como un anillo o una espada. Hoy, a los obispos les dan el anillo y el báculo; a los alcaldes, el bastón, y a Pedro Sánchez... ya se verá.

El verbo investir se ha quedado en español con un único significado, mientras que en idiomas como el gallego y el francés es también lo que en castellano se conoce como invertir, emplear capital en los negocios, que en italiano es investire.

Investir puede llevar como complemento un predicativo, precedido o no de como: El profesor Jesús Ávila de Grado ha sido investido [como] doctor honoris causa por la Universidad de Extremadura. Además de complemento directo, suele llevar otro complemento introducido por con o de: Fue investido con el título de cónsul; Se siente investido de un poder absoluto.

A estas alturas no está claro cuándo habrá investidura en el palacio de la carrera de San Jerónimo. Mientras tanto, habrá que asistir a las embestidas, que no embestiduras, que se dedican unos y otros.