Dejemos a un lado las fobias, los rencores, y veamos la realidad tal como es. Sin añadir más elementos que los objetivos y necesarios para formarnos una opinión.
Acabamos de enterarnos, según las cuentas que lleva años haciendo la UDEF, que la familia Pujol Ferrusola ha ahorrado - sí ahorrado, porque pudo haberlos gastado y no lo hizo- 290 millones de euros a lo largo de cuatro décadas, producto de sus llamémosles operaciones especiales, visión de negocio y trabajos derivados de la gestión, con el ya conocidísimo 3 %. O más.
Y nos cuentan y quieren convencernos de que esto es un absoluto escándalo.
Pero si analizamos las cifras con distancia vemos que estamos ante unos ingresos absolutamente modestos para personajes tan emprendedores y exitosos.
Veamos, amasar 290 millones, aunque faltan por recoger los que guardan en Andorra y Luxemburgo, durante 40 años de trabajo, supone un ingreso mensual de 604.166 euros y 67 céntimos. Que vienen siendo unos 7 millones de euros al año. Una insignificancia al lado de lo que se llevan la mayoría de directivos del Ibex; la décima parte de lo que gana Messi por dar patadas a un balón y exactamente lo mismo que se embolsa Ronaldo por calzar una determinada marca de botas. Cuando juega, que no es siempre.
Pero a Jordi Pujol, el político serio y con visión de estado que apoyó y embaucó a PP y PSOE en sus andanzas, no se le perdona que haya constituido una familia ejemplar; que asegurase el porvenir a sus siete hijos y que condujera a Cataluña a un grado de riqueza tal que ahora sean los adinerados y señoritos los que promuevan una revolución.
Así que, por mucho que quieran hacernos creer que atesorar 290 millones en cuarenta años es un escándalo inaceptable, seamos justos. No debe de ser tan alta la fortuna lograda por el estadista Pujol tras una vida de trabajo, cuando ni tan siquiera figura entre los elegidos por la revista norteamericana Forbes.
Claro que lo mismo es porque en esa relación de los más ricos no incluyen a saqueadores y ladrones.