El socialismo gallego y las Mareas

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Ángel Manso

16 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La llegada a las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol de Inés Rey, Pepe Bugallo y Ángel Mato, respectivamente, no solo está confirmando lo que los tres habían denunciado durante la campaña electoral -que la gestión local de las Mareas constituía una conjunción de arrogancia y ineficiencia-, sino algo más, de gran importancia para el futuro de esas ciudades y para el del conjunto de Galicia: que entre el PSdeG y las Mareas existe un abismo ideológico y político.

Un abismo que resulta tanto más difícil de salvar cuanto mayores son las responsabilidades que los representantes de ambos partidos deben gestionar. Para entendernos: no es igual que el PSdeG y las Mareas pacten para gobernar un pequeño municipio que para administrar una capital en la que viven docenas o cientos de miles de personas. Ni lo es, aun con más motivos, pactar para gobernar ayuntamientos, incluso los más grandes de nuestra comunidad, que para dirigir la Xunta de Galicia.

Un claro ejemplo de esa notable diferencia pudo verse cuando el PSdeG y el BNG, que con más o menos problemas habían gobernado conjuntamente durante años algunos municipios, fracasaron al intentar dirigir el Gobierno gallego desde el bipartito que, presidido por Emilio Pérez Touriño, sucedió a Manuel Fraga al frente de la Xunta. Y es que, más allá de la suicida decisión del BNG de que en Galicia hubiera dos gobiernos coaligados en lugar de un gobierno de coalición, en el bipartito chocaron dos culturas e historias políticas opuestas: la de un partido democrático dirigido por un líder socialdemócrata, que había jugado en Galicia un gran papel en la Transición y luchado con coraje por la Constitución y el Estatuto; y la de un partido antisistema que, tras haberse opuesto a todos los grandes acuerdos que permitieron construir la democracia, había votado contra la Constitución y el Estatuto.

Una diferencia comparable es la que hoy existe entre el socialismo gallego y las Mareas. Es verdad que el PSOE experimentó una deriva delirante tras la llegada a su dirección de Zapatero, deriva que Sánchez culminó de la peor manera imaginable llegando al poder de la mano de la extrema izquierda antisistema y del nacionalismo rebelde y batasuno. Pero lo es también que, pese a ello, el actual PSdeG -el de Caballero, Leiceaga y Arangüena- no se parece en nada, ni política ni ideológicamente, a un frente de partidos que, mal avenidos entre ellos, se sitúan en esa extrema izquierda que, al igual que el BNG, pone en cuestión los principios esenciales que han definido en España a los partidos constitucionalistas.

Yo ya sé que la política hace extraños compañeros de cama (ayer volvimos a verlo en la Comunidad de Madrid), pero una cosa -lo sabe todo el mundo- es dormir con alguien y otra muy distinta sostener sobre esa base una pareja bien avenida capaz de crear una familia y gobernar una casa. Y ya no digamos si los que duermen juntos, en lugar de dos, son cuatro o cinco.