Una oportuna regañina de Felipe VI

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Casa Real

06 ago 2019 . Actualizado a las 08:18 h.

«Lo mejor es encontrar una solución antes de ir a elecciones». Si yo fuera el líder de uno de los cuatro grandes partidos españoles, sentiría una vergüenza espantosa por tener que escuchar una reprimenda semejante por parte del jefe del Estado. Una regañina que en realidad no es tal, porque equivale a explicarle a un niño que no se juega con las cosas de comer. Hasta ahora, los líderes de las principales fuerzas políticas no solo se han comportado con una irresponsabilidad manifiesta, sino también con evidente desprecio a la propia figura del monarca, ante el que se han presentado sin ningún tipo de solución razonable para salir del bloqueo o al menos con una clara disposición a colaborar en lo que sea posible para evitar el desastre de unas nuevas elecciones generales.

Empezando por el jefe del Ejecutivo en funciones, Pedro Sánchez, que confunde reiteradamente su papel con el del rey y se dedica a llamar a consultas al resto de líderes como si fueran estos los obligados a solucionarle la papeleta, en lugar de ser él, que es quien ganó las elecciones, quien busque los votos que le faltan, que no son precisamente pocos. «O gobierna el PSOE, o gobierna el PSOE». Es una de las frases más absurdas que se le han escuchado a un candidato, y más siendo el que ganó con menor número de escaños de toda la historia.

Pero, si temeraria, irrespetuosa con los rivales y con las instituciones es la actitud del líder del PSOE, no menos imprudente, infantil e irreflexiva es la postura del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. A nadie se le puede obligar a apoyar a ningún candidato porque sí. Pero no es de recibo que el líder de la tercera fuerza parlamentaria se desentienda completamente ante un bloqueo político y se niegue a hablar siquiera con Sánchez para exponerle sus líneas rojas para poder facilitar la formación de Gobierno. Escudarse en lo que se dijo en la campaña para eludir cualquier responsabilidad denota inmadurez y falta de sentido de Estado. Especialmente, cuando se trata de alguien que, como Rivera, había incumplido ya por dos veces sus promesas electorales para apoyar primero a Sánchez y luego a Rajoy. La actitud de Unidas Podemos, reduciendo cualquier negociación a una lucha por los sillones sin hablar siquiera de un programa, se califica por sí misma.

Pero la respuesta que ha dado el PP al toque de atención de Felipe VI, la de que el ganador de las elecciones renuncie a intentar ser presidente o que se designe candidato a la investidura a Pablo Casado, que dispone solo de 66 diputados, para que sea elegido con la abstención del PSOE, que tiene 123, es también una forma de burlar la advertencia del monarca. Si las tres fuerzas constitucionalistas, que cuentan con 246 escaños, no son capaces de hallar antes del 24 de septiembre una salida que no pase por dejar a España en manos del populismo y el independentismo -y perdón por la redundancia- y se plantan en la próxima ronda de consultas que convoque el rey con el mismo inútil discurso de bloqueo, sería como para que los tres pensaran seriamente si deben presentarse o no a unas nuevas elecciones.