No habrá ministros en la playa

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

30 jul 2019 . Actualizado a las 09:19 h.

En unos días se pone en marcha la segunda tanda de veraneantes. Me temo que los más conscientes no conseguirán desconectar este agosto. Viajarán hacia la playa o la montaña con un nudo en la boca del estómago, porque de repente se percatarán de que dejaron abierta la llave del gas, el perro quedó abandonado a su suerte y los niños al cuidado de los abuelos tan cariñosos como achacosos. A saber cómo encontrarán su hogar a la vuelta de vacaciones, ya en puertas del otoño. Algunos incluso estarán inquietos al pensar en la acogida que les dispensarán en su empresa.

Hay motivos para la desazón, porque los hombres del tiempo no garantizan un agosto soleado y sin tormentas, a la vez que anuncian un otoño caliente. Mario Draghi, el presidente del BCE, no se cansa de repetirlo en los telediarios: «El horizonte cada vez es peor y peor [...] y no nos gusta lo que vemos». Primer ingrediente del cóctel explosivo que se está fraguando: eso que llaman desaceleración para no asustarnos y que, en realidad, no es más que el final del ciclo expansivo de la economía.

Como andamos a otra cosa -a Rolex y no a setas, como alguien recordó en tribuna parlamentaria-, nadie reparó en los signos inquietantes de la última encuesta de población activa (EPA): baja el ritmo de creación de empleo y el que se genera continúa siendo precario. Tampoco en la reiterada constatación de la Airef, que advierte que la economía se ralentizará con más fuerza en el tercer trimestre del año. Deben pensar nuestros políticos que el frenazo económico no va con ellos y que nada se puede hacer frente al impacto del brexit, el creciente proteccionismo o el bajón de los países emergentes. Si es así, ¿para qué queremos Gobierno?

El 24 de octubre se publicará la EPA del tercer trimestre: no será buena. Por esas fechas, semana arriba semana abajo, se dictará la sentencia del procés: segundo ingrediente del cóctel explosivo. Marchena, cualquiera que sea el fallo, traerá malas noticias para todos: penas demasiado severas, según unos; penas excesivamente benignas, según otros. La España política, de nuevo escindida y a la greña, entre la banda de Colón y Pedro Sánchez y su banda.

Y lo más insufrible de todo: volveremos a escuchar el sobado estribillo del mariachi sin cabeza -alias hídrido con copyright de Aitor Esteban y Barreiro Rivas-: «Señor Sánchez, ¿va el Gobierno a indultar a los de su banda?». Pregunta retórica y eslogan electoral, porque durante el otoño caliente o frío, salvo que alguien entre en razón antes del 23 de septiembre, no habrá Gobierno que pueda indultar a nadie. Estaremos con un Gobierno en funciones y en precampaña electoral: he ahí la pólvora y la metralla del cóctel explosivo.

Pero no se preocupe, amigo veraneante, que nunca choveu que non escampara. Mientras usted sestea al sol, nuestros próceres velan por su seguridad y la de los suyos. Ya lo dijo Irene Montero: «No hay vacaciones que valgan». Y lo refrendaron en la Moncloa, que no todo es desacuerdo: «Este año no habrá imágenes de ministros en la playa».