La guerra de los petroleros

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

HASAN SHIRVANI

23 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si tenemos en cuenta que un poco más del 70 % de nuestro planeta está cubierto de agua y los seres humanos nos hemos dedicado a surcar los mares y océanos tan pronto como fuimos capaces de construir embarcaciones que flotaban, no resulta extraño que tanto la navegación, ya civil ya militar, como el transporte de bienes y personas hayan sido regulados desde antiguo. Una regulación que, lejos de tener que abordar cuestiones que parecen del pasado, debe afrontar cuestiones de máxima actualidad que van desde la piratería que azota las costas del denominado Cuerno de África al apresamiento de buques de los que se sospecha que transportan bienes prohibidos o ilegales.

El último y más llamativo capítulo ha sido la captura por parte de Gran Bretaña de un superpetrolero iraní mientras surcaba las aguas del estrecho de Gibraltar por sospechar que su destino era Siria (país sometido a un embargo internacional), que ha tenido como consecuencia el apresamiento, por parte de Irán, de un petrolero británico que cruzaba el estrecho de Ormuz, acusado de haber embestido una pequeña embarcación y no haber cumplido con su obligación de socorro.

Este rifirrafe se produce en un momento de gran complejidad nacional y de tensión internacional. Por una parte, Gran Bretaña vive una grave crisis institucional provocada por el fracaso de la primera ministra May en su gestión del brexit y su posterior dimisión. Con un Gobierno interino y con el ministro de Asuntos Exteriores postulándose para la dirección del Partido Conservador, Gran Bretaña tiene pocas opciones de maniobra hasta, probablemente, septiembre, cuando se ponga en marcha un nuevo Gabinete. Por su parte, Irán se encuentra ahogado por el embargo internacional y el acoso al que le somete EE.UU. y necesita desesperadamente un alivio para su precaria situación económica. Por no mencionar los rumores sobre los intentos de levantamiento contra la gerontocracia religiosa por parte de un liderazgo militar harto de la mala gestión, la falta de recursos y el creciente cuestionamiento por una población muy joven sin esperanzas de futuro.