Errores políticos

Abel Veiga TRIBUNA

OPINIÓN

17 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Creyó tocar el cielo con los dedos. No el de Podemos, sino el propio. Pero nada más lejos de la realidad. No es un lugar físico, dijo una vez aquel inolvidable obispo de Roma llegado del Este. Los cielos políticos se enfangan en esta España cavernaria y rancia. Adjetivos que aplicamos a las formas de hacer política. Sucia, rastrera, miope, mentirosa, lastimosa. La palabra no tiene peso, los programas ya ni se hacen, menos se leen. Se vota contra, se vota con las vísceras. Pero nadie regala ya nada, siquiera el hastío.

Albert Rivera ha basculado mucho en los últimos cinco años. Tanto que es irreconocible. Pero es lícito hacerlo, dejándose sin embargo por el camino jirones de credibilidad. Él sabe, y su partido o ejecutiva también, que muchos votos son ocasionales, no prestados, pero sí que pueden negarse a corto plazo. Donde dije digo, digo Diego. Pero el polvo en el camino solo es hoy, en este momento, una polvareda que irrita los ojos. No será nunca capaz de dar un sorpasso al PP en un extraordinario ejercicio invertido de arrogancia y oportunismo político. Lo saben. Para qué el sucedáneo cuando está el original, aún sin liderazgo en estos momentos. Del liberalismo a la socialdemocracia, de ésta a un conservadurismo impostado y que nadie cree. El coste será alto en unas próximas elecciones.

No debemos ignorar tampoco la enorme presión desde muchos ámbitos que este ya no tan joven y en su día prometedor político, de cuyos labios caía la palabra mágica regeneración -hoy defenestrada por todos de nuevo-, está siendo objeto. Presión económica, política, mediática, de algunos de su propio partido. No será líder de la oposición porque no lo es. Y cerrar con candado todo posible acuerdo de gobierno, socialista-liberal, con un programa como tenían en marzo del 2016 y con buenas medidas de reforma económica y social es algo incomprensible y sazonado por una inquina personal de Rivera con Sánchez, y tal vez viceversa, inaudita y pasmosa. Demasiados gallos en el corral de las vanidades. Pero por el camino se tira a la basura una posibilidad de conformar, ahora, en un momento donde ya no existen mayorías absolutas, un gobierno sólido, fuerte, creíble y que muchos españoles desean y desearían. Un gobierno que sería ahora mismo la opción mejor para este país y esta sociedad que no ha regalado sus votos, aun siendo posible que si mañana hubiera elecciones el reparto cambiaría, y solo saldrían beneficiados socialistas y sobre todo los populares, restando todos los demás a excepción de los nacionalistas, vorágine de poder y arrase con todo.

No se comprende esta sinrazón de sentarse al menos, de analizar y discutir y proponer soluciones e ideas -este es un país sin ideas nuevas- políticas, económicas, industriales, sociales, etcétera, entre socialistas y los de Ciudadanos. No solo la gobernabilidad se reforzaría, sino también la credibilidad de las instituciones, y se evitaría una legislatura a cara de perro, como parece que va a ser con la erosión de todo por todos.

Me temo que a pocos importa la gobernabilidad y el mirar hacia el futuro. El tener una voz y una fuerza en el tema territorial únicas y dentro del marco constitucional. El ser capaces de realizar las reformas económicas y estructurales que este país necesita como el aire para respirar y quitarnos o sacudirnos tanta mediocridad y costra. De perfilar de una vez por todas un sistema educativo despolitizado y eficiente. Y así con todas y cada una de las políticas. Aggiornar un país, desnudarlo de abajo arriba, solo es posible si se sabe dónde estamos, qué hacemos mal, qué queremos y sobre todo, hacia dónde queremos ir y con quién. Pero los errores se pagan. Aunque terminaremos por pagarlos todos. Es el sino de un país autocomplaciente y pasivo.