España se ha librado de una buena

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

16 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Visto el esperpento en el que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han convertido lo que debería haber sido una negociación para que el primero cumpliera el encargo del jefe del Estado de sumar apoyos para ser investido presidente del Gobierno, lo único que cabe decir es que, por deprimente que sea el panorama, España se ha librado de una buena. Sin avanzar un solo paso en ese cometido, el líder del PSOE y el de Unidas Podemos ya se han tachado de mentirosos, tramposos y cosas más graves. En el caso de Iglesias, ha introducido una novedad a la hora de valorar públicamente las propuestas políticas y ha considerado necesario dejar claro que lo que le ofreció Sánchez (en teoría, porque nadie escuchó de su boca ese planteamiento) no es algo insuficiente, insatisfactorio o decepcionante, sino que se trata de «una idiotez». Sin duda, una gran aportación a la diplomacia política. Pero tampoco Sánchez se ha quedado corto a la hora de calificar al que hasta ayer era su «socio preferente». Según el líder socialista, lo que ha hecho su interlocutor al someter a las bases de su partido qué forma de colaboración debe establecerse entre el PSOE y Unidas Podemos es una «mascarada bien grande».

Después de semejante espectáculo en lo que han sido solo unos contactos políticos en los que ni siquiera se ha llegado a abordar un programa de Gobierno, pensar que España pudiera ser gobernada al alimón por el PSOE y Unidas Podemos es algo que produce vértigo. Más que a dirigir el país, se dedicarían a despellejarse mutuamente, con el añadido de que ese Ejecutivo estaría en manos de los independentistas. ¿Alguien puede imaginar que tras un cruce de descalificaciones tan grotesco pueda construirse entre ambos un Gobierno que aborde con rigor y capacidad de interlocución con la oposición los grandes desafíos de España? Han pasado ya 79 días desde que se celebraron las elecciones y 40 desde que el rey encargó a Sánchez formar Gobierno. Estamos a una sola semana de que comience la sesión de investidura. Y el cuentakilómetros político está a cero. Es impensable ya un acuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE. Sánchez lo fía todo a que el PP se abstenga y le permita gobernar en solitario con 123 escaños y sin socios a la vista. Algo que, además de improbable, sería inútil.

El líder del PSOE tratará ahora de comparar la situación con la que se dio en el 2015. Pero nada tienen que ver ambos casos, porque Rajoy no pidió al PSOE abstenerse a cambio de nada, sino que le ofreció un Gobierno de coalición. Si Sánchez hiciera una oferta semejante a Ciudadanos o al PP, sí los pondría en aprietos en caso de rechazar la propuesta. Si su argumento para negarse a que Iglesias entre en su Gobierno es el peligro de que hubiera discrepancias en asuntos de Estado, como la posible aplicación del artículo 155 de la Constitución, con PP y Cs sabe que ese peligro no existiría. Lo que España necesita es un Gobierno de coalición moderado con mayoría absoluta. Y si Sánchez fuerza unas nuevas elecciones sin plantearlo siquiera, será el perro del hortelano. Que ni come, ni comer deja.