«Big Little Lies», todo verdad

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda ALGO HAY

OPINIÓN

13 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Vamos a contar verdades en serie. Ahí las tienen, verdades como puños, grandes y pequeños, en Big Little Lies, que pueden ver en diferido o en tiempo real. Su primera temporada, que emite ahora Antena 3, a algunos nos pilla dejándonos mecer por el oleaje de la segunda en HBO, hipnotizados por Meryl Streep de mala suegra, desquiciándonos con la Renata que borda la gran Laura Dern, enamorándonos de Celeste (Nicole Kidman) y sin poder cambiarle al paso a Reese Witherspoon como Madeline. También, poniéndole peros al lento arranque de la trama de la vida en Monterey, en ese hermoso y agreste lugar de la costa en cuya playa querríamos siempre atardecer. La segunda entrega no es tan de impacto como la primera, pero se hace querer, con su glamour y sus defectos, con su vanidad femenina, hechizante, con sus hombres de paja y sus monstruos, con el retrato de la ansiedad por el estatus en un mundo «perfecto» que descubre perplejo sus carencias, su delirio, sus pequeñas miserias, su atrocidad. El MeToo es una verdad consistente en esta ficción de mujeres frágiles, marcadas, vulnerables, acorraladas por la presión social o por su yo y sus circunstancias. Mujeres buenas o malas. Pero poderosas. Júzguenlas. Condénenlas si quieren... atrévanse. Ellas pueden soportar el tedio del matrimonio (y aliviarlo también), ejercer cum laude la maternidad helicóptero, sufrir (con una mezcla de amor y miedo) violación, maltrato. Pueden contarlo. Por eso pueden con todo. Hasta con la culpa.