Lo de ser de una gran ciudad es lo que tiene: uno se convierte, por arte de magia, en analfabeto de esa asignatura que le llaman «lo que vale la pena en la vida». Y lo que vale la pena en la vida es tener tiempo para darse todos los días un paseo por un parque de una hora, ir de compras relajadamente y salir a tomar un café con una amiga para al rato tener tiempo de visitar a la abuela para saber simplemente cómo está. Lo que vale la pena en la vida es decir te quiero como si fuera la última vez. Lo que vale la pena en la vida no está en la gran ciudad. Está en la España vaciada y esa se muere.
Más información sobre la España vaciada
