Mi ladrillo de verano

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

30 jun 2019 . Actualizado a las 10:05 h.

Mientras Pedro Sánchez anda mareando las perdices que somos usted y yo -que los otros, los que andan a ocupar sillones, son aves rapaces- y el ferragosto tempranero que recuerda los calores de La estrella misteriosa de Tintín nos anuncia el fin del mundo, yo estoy sumergido en la lectura de un ladrillo de mucho cuidado. Se titula La montaña mágica, y parece ser una de las obras maestras de la literatura universal, sea eso lo que sea. Thomas Mann, su autor, es sin embargo más conocido por una novelita corta -se ve que no tiene término medio- titulada La muerte en Venecia, que ustedes conocerán por Marcelo Mastroiani. Allí se narra la historia patética de un famoso escritor alemán que encuentra la muerte por cólera en el Lido de la ciudad, mientras su alma arde en el amor platónico por un adolescente -muy femenino, todo hay que decirlo-. Pero mi montaña son palabras mayores: novecientas setenta y cuatro páginas donde no pasa nada. Pero ¡cómo lo cuenta! A mí, que ya ven que hoy me ha dado por hablar de literatura, me recuerda al Gatopardo de Lampedusa, que crece con cada lectura. Es una novela de otra época, cuando no había urgencias ni televisión, cuando Proust podía perder el tiempo metido en la cama y escribir siete tomos para contarlo. Por eso me gusta tanto, porque cuando abro las primeras páginas del libro pienso que voy a emprender una larga travesía, que voy a cruzar el Atlántico, y que aquí, en la costa, se queda, por ejemplo, Pedro Sánchez. Ahora estoy llegando a las Azores.