Sánchez suspende en matemáticas

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

14 jun 2019 . Actualizado a las 13:09 h.

Pedro Sánchez ha necesitado un mes y medio para llegar a la conclusión de que con 123 diputados no puede gobernar en solitario y sin depender de nadie en un Congreso con 350 escaños. Es cierto que la cosa parecía evidente y que una simple calculadora o uno de esos pactómetros que abundan en las páginas web le habrían bastado para llegar a esa misma deducción la noche del 28A, una vez contados los votos y adjudicados los diputados. Pero Sánchez es metódico. Se toma su tiempo para pensar y prefiere comprobar empíricamente lo que a un simple mortal le parecería incuestionable desde el minuto uno.

Después de pasarse 45 días anunciando con gesto altivo y voz engolada que gobernaría en solitario y que lo haría sin depender de los independentistas ni pedirles su apoyo o su abstención, ha constatado tras una rutinaria ronda de consultas, según nos dice, que sus cálculos no eran correctos. Que, en efecto, 123 son menos que 176. Y que, incluso sumando los 42 diputados de Unidas Podemos, los seis del PNV -siempre en el mercado-, el único escaño de Compromís y hasta el del dicharachero Revilla, la suma no sale porque eso da 173 y no garantiza la elección, ni siquiera en segunda votación. El Quijote Sánchez y su Sancho Panza José Luis Ábalos se han llevado, según nos explican, una gran sorpresa al conocer por boca de Pablo Casado y Albert Rivera que con ellos no puede contar para ser investido. Por lo visto, en sus cálculos entraba la posibilidad de llegar a la presidencia del Gobierno subido en un escudo portado por los líderes del PP y de Ciudadanos, como si del jefe Abraracúrcix de los tebeos de Astérix se tratara. Pero resulta que no.

Lo cual que -como diría Umbral- hay que cambiar de discurso y echar sumas de nuevo, pero esta vez contando bien. Y ahí tenemos ya al bueno de Ábalos diciendo que a lo mejor hay que envainársela y admitir a Unidas Podemos en un «Gobierno de colaboración» -expresión polisémica y abstrusa que recuerda a ese «relator» que lo mismo era un escriba que un mediador-, y que ya están abiertos a que Sánchez llegue a la Moncloa gracias a la abstención del independentismo de ERC, que el PSOE pide sin disimulos. Algo que lógicamente no saldría gratis, y menos con el juicio del procés visto para sentencia. Para ese viaje, dirán algunos, no se necesitaban alforjas.

Pero si algo evidencia todo este sainete es que a Sánchez no le corre prisa. Algo ha aprendido de Rajoy. Y tiene claro que, mientras no haya investidura, y la ley no marca plazo alguno para ello, el presidente sigue siendo él, aunque sea en funciones, y podrá seguir durmiendo en la Moncloa en su nuevo colchón, utilizar el Falcon y llegar con paso rumboso y cara de triunfador a las cumbres de Bruselas hablando por teléfono con sus AirPods en las orejas. Por eso amaga con dilatar al máximo la investidura e incluso, si nadie se aviene a facilitarle las cosas, con unas nuevas elecciones que le mantendrían en funciones hasta casi fin de año. Lo suyo no son las matemáticas, sino seguir como sea vestido de presidente.