Golpe de Estado, segunda parte

OPINIÓN

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04 jun 2019 . Actualizado a las 18:47 h.

Golpe de Estado. Esa fue la definición del fiscal Javier Zaragoza de los sucesos acaecidos en Cataluña tras el referendo ilegal del 1 de octubre. Hasta ahora era un concepto utilizado básicamente por políticos y opinantes situados en la derecha. Los demás hablaban de golpe al Estado o de golpe contra el Estado, pero no acudían a la definición que más se identifica con un alzamiento contra el orden establecido.

Entiende el fiscal Zaragoza que hubo violencia y que todo fue un ataque contra la Constitución, no contra el orden político. Y entienden los demás fiscales que la violencia no necesita de armas ni ejércitos. Se puede ejercer con la movilización contra el sistema o contra sus agentes del orden. Y el ministerio fiscal no tiene ninguna duda de que hubo una violencia no armada, pero sí planificada y organizada desde la cúpula del independentismo. Incluso los Mossos obedecieron a esas órdenes superiores.

Todo golpe de Estado necesita un jefe político y, entre todos los procesados, ese jefe fue Oriol Junqueras. Su alegato de defensa en su declaración fue escuchado desde las sillas de los fiscales como un ejercicio de cinismo. Si la sentencia confirma el criterio de la Fiscalía, habrá que saludar la capacidad de Junqueras para engatusar a todo el mundo. Durante mucho tiempo fue presentado como la representación del independentismo dialogante. Una persona tan inteligente como Soraya Sáenz de Santamaría lo consideró el interlocutor válido cuando Rajoy le encargó la tarea de «pacificar» Cataluña.

El pragmatismo de Junqueras de conseguir una mayoría social para reclamar la independencia con la democrática razón de los votos fue confundido con el reflejo de la moderación frente a la exaltación de energúmenos como Puigdemont y su muñeco Torra. Todas esas creencias son para la Fiscalía productos de la imaginación.

En cuanto a la movilización popular, sus agentes han sido los Jordis, Sánchez y Cuixart, «dueños y señores» de la calle. Ese es el dictamen de la Fiscalía que, como es natural, mantiene el delito de rebelión. Ahora escucharemos las conclusiones de las defensas, que acusarán de violencia al Estado, hablarán de los derechos de los acusados y pedirán la absolución.

Y lo trascendente para el futuro, el señor Quim Torra. Que nadie espere de él una actitud de respeto a la Justicia si la sentencia fuese condenatoria. Este hombre ni la acatará ni la respetará. De sus palabras de ayer se desprende lo que ya anunció alguna vez: que está dispuesto a inmolarse como un mártir por la república catalana. Por ello, ni siquiera adelantará las elecciones autonómicas. No se quiere ir hasta firmar la Constitución de Cataluña. Si el procès ha sido un golpe de Estado, él lo quiere completar.