Pedro Sánchez, el amo fortalecido

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

JuanJo Martín

27 may 2019 . Actualizado a las 10:23 h.

Tres detalles sobresalen en las elecciones celebradas ayer. El primero es que Pedro Sánchez se alza con su segunda victoria, lo cual le fortalece como líder del socialismo y como presidente del Gobierno. El segundo es que Pablo Casado sufre su segunda derrota, solo aliviada por el hecho de que Ciudadanos no le adelanta ni siquiera en las circunscripciones más simbólicas. Y el tercero, y más inquietante, es que el independentismo consigue derribar el muro que más se le resistía, que es el muro de Barcelona. Los demás detalles son interesantes, pero no decisivos: los decadentes resultados de Podemos y la presencia de Vox, que en algunas regiones se pone por delante del partido de Iglesias.

Hablemos, pues, de Pedro Sánchez. Si las urnas significan algo para él, es que ha conseguido liderar el cambio de ciclo que debemos dar por confirmado en este país. Y lo ha conseguido para el Partido Socialista, en detrimento de Podemos, que llega más debilitado a la negociación del gobierno de coalición. No hay, pues, un avance genérico de la izquierda, sino del PSOE, que se sitúa como partido más votado en la mayoría de las ciudades y de las autonomías y subió en todas. Sus competidores le dieron facilidades, pero el efecto Sánchez ha sido fundamental.

Hablemos también de Pablo Casado. Si tomaba estas urnas como una oportunidad de revancha, el resultado ha sido tacaño para tal aspiración. Si pierde tantos espacios locales y regionales de poder como decían anoche los datos provisionales, tiene que hacer tantas reflexiones como hace un mes. Es la víctima del cambio de ciclo, no disimulada por la división del voto conservador. Ahora bien: si su objetivo era que Ciudadanos no le adelantase, lo consiguió. La conclusión de este capítulo es que el partido de Rivera se queda como complemento del PP, pero el partido del que dependen todos los gobiernos que Casado pueda conseguir.

Y por último, los nacionalismos. Salvo en Galicia, han sido clarísimos ganadores. Lo más preocupante, dado el estado actual de la ofensiva independentista, lo ocurrido en Cataluña. En multitud de municipios ni siquiera hubo candidaturas constitucionalistas. Si ahora añadimos que la suma de votos de Esquerra, el decaído Junts per Catalunya, la CUP y la siempre oscura posición de los comunes, Barcelona ha caído en sus manos. Al constitucionalismo solo lo salva el PSC, también efecto Sánchez. Y quienes defienden posiciones de dureza, sencillamente no cuentan. Es toda una guía para las decisiones políticas futuras.

Y hablando de futuro: hay dos nombres que entran en crisis. Son los Pablos, Casado e Iglesias. Ambos dependen de la oposición interior que encuentren. Muchos ojos se vuelven a fijar en Feijoo.