Esta semana la Asociación de Antiguos Alumnos de la Facultad de Farmacia de la Universidade de Santiago (USC) se reunió en Teruel para celebrar su 51 aniversario. En esa ciudad, para muchos de nosotros desconocida pese a ser la más representativa del arte mudéjar, me enteré de la noticia de la brutal agresión en Vimianzo de un individuo a su expareja, que estuvo a punto de causarle la muerte. Mi sorpresa y asombro fue comprobar que los apellidos del agresor (Miñones Trillo) coinciden con los míos y los de mis dos hermanos, sin que exista entre el autor de la agresión y nosotros ninguna relación de parentesco, ni próxima, ni tan siquiera lejana. Es más, ni lo conozco ni estaba enterado de que existía en una aldea de Vimianzo una persona con mis propios apellidos.
Miñones no es un apellido muy frecuente, si bien en la comarca de Soneira es algo habitual. Esto se debe en parte a que mis abuelos tuvieron nueve hijos que se afincaron en Vimianzo, Bayo, Zas y Laxe, adonde llevaron la luz eléctrica procedente de tres centrales hidráulicas, ubicadas en el río Grande, a todos los pueblos de esos ayuntamientos.
Por ello, nuestros parientes sanguíneos se encuentran principalmente en esos lugares. También en Cee y Corcubión existieron algunos Miñones, siendo Pepe Miñones el más conocido por haber sido diputado nacional en la Segunda República. Era primo segundo de mi padre. En lo que se refiere al apellido Trillo, en nuestro caso procede de Merexo, una aldea del Ayuntamiento de Muxía, de donde era nativa mi madre y sus 7 hermanos: solo uno se quedó en Merexo. Este apellido también es algo frecuente en Cee y Corcubión.
Confío en que este relato sirva para disipar cualquier duda acerca de la relación existente entre el agresor y mi familia Miñones. Apellidos iguales, sí (por desgracia), pero parentesco, ninguno.