Pobres ayuntamientos pobres

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

13 may 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Estamos en campaña. Galicia tiene 313 concellos que tendrán que renovarse en el proceso electoral que concluye el 26. Treinta de ellos tienen menos de mil habitantes y 257 no llegan a los diez mil vecinos. 

Muchos de ellos son esencialmente pobres, su presupuesto es exiguo, la deuda acumulada, creciente y viven de la caridad financiera o inversora de las denostadas diputaciones provinciales. Auténtica tabla de salvación para decenas de ayuntamientos de la Galicia vacía.

La descentralización real del Estado, sobre la base de la autonomía municipal, comprometió, sobredimensionando, la carga y presión de los concellos, que tuvieron que asumir cometidos que en muchos casos le eran ajenos, máxime teniendo en cuenta que, desde las corporaciones locales, la causa común es cómo afectan los pequeños o grandes problemas de manera directa a la inmediatez de la vida cotidiana.

Un municipio con quince mil habitantes y una deuda acumulada de doce millones de euros no puede ni debe asumir la financiación anual de 700.000 euros de un conservatorio local de música.

Ni la Administración autonómica debe mirar para otro lado cuando dilata o hurta inversiones y servicios en concellos de color distinto al del partido que gobierna.

No se puede dilatar más tiempo un debate municipalista que mitigue un mapa de carencias. La fusión de ayuntamientos que no pueden ni hacer frente a la nómina de un par de funcionarios y un secretario municipal habrá que contemplarla con el rigor necesario, y no es una apuesta por una política austericida sino buscar y encontrar planteamientos realistas.

Uno de los datos mas relevantes en la formación de las listas de los partidos que se presentan a los próximos comicios es la extrema juventud de las candidaturas, común en la mayoría de los pueblos y ciudades gallegas.

Prácticamente se ha extinguido la figura patriarcal, y por qué no, caciquil, del alcalde profesional, paternalista y frecuentemente conservador. Ahora el perfil es de personas menores de cuarenta años, y con un alto predominio de mujeres.

Más que candidaturas municipales parecen componentes de comisiones de fiestas. 

La cultura viejuna ha desaparecido de las ofertas para gobernar los ayuntamientos. Y ello no es necesariamente adecuado, pues la falta de formación política, la ausencia de municipalismo y experiencia sosegada, la improvisación y la proclama de ocurrencias que rozan el all free no parece lo mas conveniente.

Yo celebro la disposición del centenar largo de personas dispuestas a concurrir a los comicios en un pequeño pueblo de nuestra geografía, pero me aterra en muchos casos la falta de discurso político que se encubre con el deseo convertido en mantra de «eu vou ao concello, preséntome para traballar polo meu pobo...» que a todas luces no parece un argumento suficiente. Pobres ayuntamientos los ayuntamientos pobres.