Prematuros e infecciones, una lucha

José Luis Fernández Trisac TRIBUNA

OPINIÓN

getty

08 may 2019 . Actualizado a las 11:11 h.

Cada poco tiempo nos encontramos con que grandes prematuros fallecen a causa de infecciones durante su ingreso en unidades neonatales de la mayor tecnificación y complejidad asistencial. Pero la asociación infección hospitalaria y mortalidad neonatal debe ser valorada en profundidad.

Los grandes prematuros, particularmente los que rozan el límite de la viabilidad (24-25 semanas), pueden sobrevivir en la actualidad gracias al trabajo de cientos de profesionales sanitarios que se dedican a su tratamiento y soporte con conocimiento, rigor y cuidados muy específicos.

Gracias a la penicilina y el desarrollo posterior de generaciones de nuevos antibióticos, nuestra especie ha ido luchando y ganando batallas a las infecciones bacterianas. Las bacterias, por su parte, han ido defendiéndose y creando mecanismos de resistencia, y así nos encontramos con multitud de ellas rodeándonos y colonizando todos nuestros ámbitos (la casa, el coche, el gimnasio, la oficina, el móvil...). Parece lógico pensar que donde más resistentes se hagan sea donde más expuestas están a los antibióticos, y aquí entran nuestras unidades neonatales donde viven y seguirán viviendo millones (sí, millones) de gérmenes multirresistentes.

Los cuidados intensivos deben conjugarse con la práctica de cuidados centrados en el desarrollo de esos bebés tan prematuros y en sus familias, con la participación activa de estas.

Familia, neonatólogos, enfermeras y el resto del personal sanitario nos volcamos las 24 horas para sacar adelante a estos niños y niñas que sin ese soporte no sobrevivirían. Desgraciadamente nos tenemos que enfrentar en ocasiones con que unos seres microscópicos, invisibles y que nos rodean por todas partes ganan la batalla. Y en esos casos, ante el fallecimiento de un niño prematuro, los profesionales nos sentimos abatidos.

Pero toda actuación médica va a estar siempre acompañada de una valoración individualizada de sus beneficios y riesgos, las decisiones de poner catéteres, tubos y sondas a nuestros pequeños son cuidadosamente valoradas.

En países desarrollados el uso prolongado de catéteres venosos centrales, la invasividad de los dispositivos de soporte vital y la proliferación de microorganismos multirresistentes se han identificado como factores de riesgo principales en estas infecciones hospitalarias.

El beneficio de la práctica sigue siendo muy superior al riesgo, pero este no es inexistente. Las unidades de neonatología siguen sacando adelante a la mayoría de sus pacientes, pero la infección nosocomial (hospitalaria) es un riesgo real, que afortunadamente es muy infrecuente.

Ahora ha salido a la luz una noticia de impacto en un gran hospital, con excelentes resultados en la atención a la prematuridad. En semanas o meses será otro y ninguna de nuestras unidades está libre de ser la siguiente, a pesar de la exquisita profesionalidad y rigor de su personal y de los medios.

Seguimos en una difícil y permanente lucha, pero no olvidemos que, sin el soporte de las unidades neonatales, la supervivencia sencillamente no existiría.