Barro mi casita

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

28 abr 2019 . Actualizado a las 16:09 h.

El lunes antes de almorzar, una niña iba a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que planchar. El martes también iba a jugar pero la pobre tampoco pudo porque tenía que coser. El miércoles su obligación era barrer, con lo que sus legítimas aspiraciones lúdicas naufragaron por tercer día consecutivo; el jueves su cometido era cocinar; el viernes, lavar; el sábado, tender y el domingo... el domingo la muchacha tenía que rezar. Así transcurría la semana perfecta para las niñas que cada tarde recibíamos un tutorial con el plan de trabajo semanal e indicaciones físicas precisas de cómo había que abordar cada una de las tareas que a las niñitas de los ochenta nos obligaban a aplazar nuestra natural tendencia al ocio y al despendole. Tres señores vestidos con un camisón rojo coreografiaban cada encomienda hasta rematar con las dos manos pegadas y apuntando al cielo para que nuestra entrega a la oración fuera acometida como dios manda. Eran otros tiempos, tanto, que en 1999 el autor de tan precisa tabla de indicaciones de la condición femenina, el payaso Miliki, introdujo un giro de género más acorde con los tiempos y le dedicó la sonata a «él», convertido ahora en un señor que no podía ir al billar, echar la partida, zascarse un vino o pescar porque tenía que hacer cositas en casa, como lo oyen. Esta nueva versión sirvió para confirmar que la propuesta dramática no tenía arreglo y que era mejor dejar las planchas en los armarios y que las niñas hiciesen lo que les diera su femenina gana..

En el año 2019, el lunes antes de votar cuatro niños nos pidieron el voto así, así, así mientras una niña barría delante de ellos así, así, así. Miliki is coming.