Las construcciones inteligentes

Jaime Gómez Márquez FIRMA INVITADA

OPINIÓN

22 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los periódicos, las redes sociales, las televisiones, están llenas de informaciones, tuits y cotilleos relacionados con personajes y personajillos del ámbito de la política y del famoseo. Es obsceno el vacío que se le hace a muchas mujeres y hombres que verdaderamente sí han contribuido a nuestro progreso y bienestar. Estas personas, con su esfuerzo e inteligencia, han participado en la construcción de ese maravilloso edificio inacabado que es el conocimiento científico. Para huir de la plomiza crónica política, me referiré aquí a tres construcciones del cerebro humano, tres iconos de la ciencia que son monumentos a la inteligencia, a la intuición y a la elegancia: la tabla periódica, la doble hélice del ADN y la ecuación más famosa de la historia: E = mc2.

Los elementos químicos (hidrógeno, oxígeno, helio, oro, y un largo etcétera) son los componentes fundamentales de toda la materia que conocemos en el universo y cada uno de ellos está compuesto por los mismos átomos. Este año celebramos el 150.º aniversario de la invención de la tabla periódica de los elementos químicos por un químico ruso de nombre Dimitri Mendeléyev (el año 2019 ha sido declarado por la ONU Año Internacional de la Tabla Periódica). Esta brillante idea puso orden a la Química porque en ella se ordenan los elementos químicos por su peso atómico y se agrupan según sus propiedades. Estuvo tan bien diseñada que fue capaz de predecir la existencia de elementos que hasta ese momento eran desconocidos.

En el año 1953, un biólogo y un físico -James Watson y Francis Crick- que trabajaban en el Cavendish Laboratory (Cambridge, Reino Unido), publicaron en la revista Nature un trabajo excepcional que iba a revolucionar la Biología, la Medicina Molecular y la Biotecnología. En ese trabajo se presentaba la estructura en doble hélice de la molécula portadora de la información genética: el ácido desoxirribonucleico o ADN. Esta elegante molécula contiene todas las instrucciones para el desarrollo y funcionamiento de todos los seres vivos con la excepción de algunos virus.

La estructura del ADN reveló tres características fundamentales del material genético: i) cómo se codifica la información genética, es decir, cómo están escritos los genes; ii) cómo se transmite esa información para asegurar la continuidad genética de la especie y iii) cómo las mutaciones pueden alterar esa información permitiendo la evolución de las especies y la aparición de enfermedades.

Si tuviésemos que elegir un prototipo universal de científico genial, probablemente muchos elegirían al padre de la Teoría de la Relatividad: el archifamoso físico Albert Einstein. En 1905, en su annus mirabilis, durante sus extraordinarias elucubraciones físico-matemáticas, Einstein demostró que masa y energía son dos caras de la misma moneda y esto lo plasmó matemáticamente en la ecuación E = mc2 siendo E la energía, m la masa y c2 la velocidad de la luz al cuadrado. Esta ecuación nos dice que pequeñas cantidades de masa pueden transformarse en grandes cantidades de energía. Esta aparentemente simple ecuación revolucionó la Física moderna y ha permitido numerosos avances tecnológicos destacando el desarrollo de la energía nuclear.