La diosa fortuna se hizo de izquierdas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Emilio Naranjo | Efe

13 abr 2019 . Actualizado a las 12:49 h.

De momento, la suerte se puso del lado de la izquierda. Y no solo por las encuestas. Se celebró el sorteo para las intervenciones y colocación de los candidatos en el debate de Antena 3, y si los futuros socios Sánchez e Iglesias hubieran podido elegir, les habría salido lo mismo que dijeron las bolas: Pablo quedó situado en el centro, entre Sánchez y Abascal, lo cual le permite un buen dominio del escenario, aunque los conceptos centro y Podemos sean contradictorios. Para el uso de la palabra, la diosa Fortuna también se hizo de izquierdas: a Pedro Sánchez le dio la primera intervención, como reconociendo que es el presidente y tiene que hablar en primer lugar. Y el último turno, el que llaman «minuto de oro», donde los candidatos se dirigen directamente al votante para seducirlo, fue «adjudicado» a Pablo Iglesias.

A partir de ahí vendrán los problemas. ¿Qué actitud deben adoptar «los tres temores», como los acaba de bautizar el presidente? Si coinciden en sus críticas y propuestas, se ponen a tiro de los representantes de la izquierda y se lo ponen muy difícil a Pablo Casado, que se tiene que distinguir si de verdad aspira a ganar el voto útil. Será un poco como la foto de la plaza de Colón. Si se pelean entre sí, envían un mal mensaje de desavenencia y conflicto, que no es un buen prólogo para hablar de estabilidad. Y si coinciden en las soluciones de dureza y 155 para Cataluña, le regalarán a Sánchez la bandera de la moderación, como hicieron en la precampaña. Para ellos este debate es la trampa perfecta.

El siguiente dilema se le plantea al señor Iglesias: si se distancia mucho del PSOE, será poco creíble después de haberle pedido entrar en su Gobierno. Si se muestra complaciente, perderá identidad rompedora. El único que puede mantener un discurso por encima del bien y del mal es Pedro Sánchez, y más si todos están contra él: cuanto más le critiquen y asedien, más le permitirán defender su programa y su obra de gobierno de diez meses y más le permitirán un discurso centrista y templado, que a ello se dedicó, y parece que con bastante éxito, durante los últimos 60 días.

El resto ya lo saben ustedes: como de Pedro Sánchez dependió la decisión sobre el debate, lo hizo a su medida y de acuerdo con su estrategia. Por primera vez en la historia democrática, permitió estar en el debate a un grupo que todavía no es parlamentario para demostrar la división de las derechas. Rompió también la tradición del debate a dos, para negar descaradamente a Casado la condición de alternativa. La trampa sigue siendo perfecta. Se las puso a sí mismo como Fernando VII. Todo un mago, con el público dispuesto a no descubrir el truco y a admirarse solamente de su habilidad.