Alfonso, buen médico, mejor persona

José Luis Fernández Trisac FIRMA INVITADA

OPINIÓN

Alfonso Solar
Alfonso Solar CESAR QUIAN

02 abr 2019 . Actualizado a las 09:02 h.

Me he enterado por La Voz de que a mi compañero Alfonso Solar se le concede la medalla de oro y brillantes del Colegio Oficial de Médicos de A Coruña. Hace unos días, tras nuestra sesión clínica del servicio de Pediatría, Alfonso nos deseó: «Que tengamos todos un buen día». Eso es lo que le oigo decir cada día desde hace 25 años antes de despedirnos y comenzar el resto de actividad. Tras conocer la noticia, me acerqué a felicitarlo de forma sincera, y al abrazarlo, se ha emocionado y he visto por el brillo de sus ojos lo que significa para una persona tan humana, pero tan humilde, esta distinción.

 Conozco a Solar desde que inicié mi residencia en Pediatría. Me llamó la atención desde el primer día que trataba a los residentes como iguales, unos médicos inexpertos y recién aterrizados gozábamos de toda consideración. Y, hasta me parecía sonrojante cuando alguien como él, con varios años de experiencia, nos preguntaba nuestra opinión. Incluso en nuestros desaciertos nos decía lo que para él era lo adecuado de una manera que parecía que los errados teníamos razón.

Alfonso siempre le quita importancia a sus méritos, pero todavía me acuerdo de la Pascua del 2009 en Padrón, cuando fue propuesto para llevar a cabo el pregón de las fiestas de su querido pueblo. Tengo dudas de que haya habido nunca un discurso en un pregón más elaborado y con tantas horas detrás como el que Solar realizó.

Espero que a Alfonso no le importe que acerque a la opinión pública algunas anécdotas para dimensionar su persona. Muchas de las familias que acuden a su unidad de gastroenterología no saben que comenzó a escribir un diario para su hija Ana en el momento en que supo que iba a ser padre. No es un diario cualquiera, es la escritura como vehículo de expresión del amor paterno. Esto que puede parecer algo banal, no está al alcance de casi nadie, exige una marcada regularidad y disciplina. Estamos hablando de escribir todos y cada uno de los días desde que su mujer, Begoña, tuvo los primeros síntomas de embarazo. No sé cuándo se lo dará a Ana, pero no conozco a nadie que vaya a recibir algo más valioso de su padre.

No puedo dejar de recordar tampoco a los niños que desde hace ya más de 40 años cruzan la mirada con la del rey Melchor en la cabalgata de Reyes de Padrón. ¡Más de 40 años seguidos! Una vez más, nos damos cuenta de la persona de la que estoy hablando.

Sé que Alfonso sigue pensando que el reconocimiento es excesivo, pero así es él, un hombre que hace bueno el dicho de «es muy buen médico y mejor persona».

Estamos los médicos acostumbrados a acompañar nuestros artículos con declaraciones de conflictos de interés, y en ese sentido tengo que manifestar que en este tema tengo un conflicto de interés que me encantará declarar: soy amigo de Alfonso Solar Boga.