La I+D escapa de los corsés

José Manuel Vázquez Rodríguez

OPINIÓN

26 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo cambia rápidamente y con él lo hacen también nuestras vidas, o más bien el modo en que las vivimos. Echando la vista solo unos años atrás podemos comprobar que ahora utilizamos productos y servicios que no estaban antes disponibles o eran muy diferentes. Cada avance lleva aparejado un proceso que se inicia con una buena idea y se completa cuando el resultado está en disposición de ser utilizado por los potenciales usuarios. A este proceso le llamamos innovación.

 El sector de la salud es muy intensivo en la utilización de nuevos productos, servicios o modelos organizativos. Tenemos un buen sistema sanitario, profesionales con talento, formación y experiencia, conocedores de los problemas a los que se enfrentan y capaces de desarrollar soluciones nuevas para resolverlos. El potencial de nuestro sector de la salud para producir innovación y contribuir al bienestar social está muy por encima de la realidad que nos muestra el número de patentes solicitadas o de empresas innovadoras en este sector.

En España y, particularmente, en Galicia se ha intensificado en la última década la visión del sector sanitario como productor de innovación. Se han creado estructuras de innovación en la Consellería de Sanidad y también en el Servicio Galego de Saúde y, como consecuencia de esta estrategia se han cosechado algunos logros importantes, cuyas mejores consecuencias veremos en los próximos años.

Sin embargo, para que el sector salud llegue a ser un elemento importante en la generación de riqueza económica y bienestar social, es necesario un mayor impulso. España dedica a innovación un menor porcentaje del PIB que la mayoría de los países desarrollados y un tercio menos que la media europea. Es necesaria una mayor inversión en innovación, no solo por parte del sector público sino también del sector empresarial, cuya inversión porcentual en investigación y desarrollo está por debajo de la mayoría de los estados europeos. Pero una mayor inversión no es suficiente porque no solucionará las dificultades derivadas de un marco normativo inapropiado que limita las iniciativas profesionales y encorseta la relación entre el conocimiento y los medios productivos. Desarrollar una buena idea hasta que llega al usuario no es un camino fácil, precisa de la colaboración de múltiples agentes, de inversiones arriesgadas y de una gran dosis de tenacidad. Quizás lo mejor que podemos hacer es tener el camino en buenas condiciones para que la circulación sea fluida.