Políticos Pinocho

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

AFP | EVARISTO SA

11 mar 2019 . Actualizado a las 08:32 h.

Las mentiras en política son tan viejas como la misma política. La gran diferencia es que ahora la postverdad, las fake news o los «hechos alternativos», o como quiera que se las llame, no solo son difundidos por los medios tradicionales, sino también por las poderosas redes sociales y distribuidas por wasap a determinadas personas previamente seleccionadas que son más fáciles de captar con falsedades. Hay discursos políticos que se basan casi totalmente en mentiras, medias verdades y exageraciones para denigrar al adversario político. El caso más notorio es el de Trump, que ha batido récords de embustes: al cumplirse dos años de mandato se le contabilizaron 8.158 declaraciones falsas o engañosas. En nuestro país la mentira también es un arma electoral de primer nivel. Las perversas técnicas de manipulación del trumpismo han llegado aquí. Vox las usa cotidianamente, ya sea aplicadas a la violencia de género, la inmigración o inventándose una agresión a tres chicas de su partido en el 8M por parte de «feminazis enloquecidas», según dijo Abascal antes de que le pillaran y tuviera que retractarse. Un ejemplo palmario fue el manifiesto de Colón, en el que las tres derechas denunciaban que Sánchez había aceptado las 21 condiciones de Torra, incluido el derecho de autodeterminación, cuando fue su rechazo lo que condujo a elecciones. ¿Por qué se dicen mentiras gruesas tan fáciles de desmontar? La explicación es que hay un amplio porcentaje de ciudadanos dispuestos a creerse todo lo que les diga el líder al que votan. Los políticos lo saben y aplican la máxima de miente que algo que queda. Piensan que, como sucedió con el referendo del brexit o los triunfos de Trump o Bolsonaro, mentir sale a cuenta. Desenmascarar las mentiras de los políticos Pinocho es una urgencia democrática.