Incertidumbre en Venezuela

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

04 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El mundo no puede desamparar a la castigada oposición democrática venezolana, que ha tenido el coraje de organizarse y alzarse, decidida a arrostrar la feroz represión que pueda desatar en cualquier momento el marrullero presidente Maduro. Porque ese mundo sensible a la necesidad de los perseguidos o abandonados está ahí.

 Vivimos unos tiempos en que los intereses internacionales de las grandes potencias tienden descaradamente a colisionar, cada una de ellas en beneficio propio. Es como si las ideas del bien y del mal hubieran sido arrolladas por otras querencias o utilidades que abonan la codiciosa geopolítica de las grandes potencias. Pongamos por caso los intereses de Rusia y China sobre Venezuela. Ninguna esperanza de que el bien de los venezolanos sea el primer objetivo de sus respectivas ambiciones internacionales.

Venezuela -nadie lo diría hoy- es un país rico, y en esta realidad se sustancia el propio absurdo, casi inexplicable, de su actual pobreza. Solo la discapacidad política del chavismo ofrece alguna explicación para el actual desastre, el cual no podría alcanzar mayores cotas ni siquiera planificado con nula capacidad económico-administrativa. Esta es la realidad que tenemos delante, y de ella deberían sacarse grandes lecciones. Una vez más ha quedado claro que es más fácil destruir un país que mantenerlo en la senda del progreso y del crecimiento, por muchas que sean sus riquezas naturales.

¿Cuál es el futuro? Ni siquiera con todos los datos a la vista es posible hacer un buen pronóstico. La confrontación ideológica es la que es y no parece que haya manera de reducirla a corto plazo. Muy al contrario, es de temer que todo se pueda ir complicando hasta la sangre final. Porque no todos los implicados en el conflicto buscan el bien de Venezuela. Al contrario, cada implicado tiene también sus propios intereses y su vocación de liderazgo. Y esto puede estar en la base de muchos enredos y malentendidos. Al cabo, Venezuela es un país muy empobrecido sobre un suelo muy rico. ¿Qué cabe esperar? ¿Una solución rápida o lenta? Lo malo es que la luz no asoma aún en el horizonte. Y lo más terrible es que así empezaron algunas guerras civiles.