Abrirse a Arcadias

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

OPINIÓN

04 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Quizá todo esto llegue un poco tarde. En realidad, seguramente sea ya muy tarde en esta cotidianeidad líquida, voluble, en una constante mutación. La mayoría ya lo habrán olvidado, ocupados en otro banquete de enojo barato, atracándose con titulares aderezados con muchos zascas, de esos que abren el apetito de los clics fáciles. Pero es que en el ambiente se ha quedado un hedor insoportable, repugnante, asqueroso, repulsivo. Nauseabundo. Un tufo que sigue provocando Arcadias.

La verdad es que ni fue reveladora, ni sorprendente. Ni siquiera fue una entrevista extraordinaria. Por no ser, no fue una conversación destacable. Una combustión más en la era de los incendios constantes. Una manera fácil de hacer audiencia. De copar titulares. Algo así como una coreografía entre dos señores sentados en un sofá. No. El personaje hizo lo que casi siempre hace. Provocar. Provocar náuseas. Hacer que la gente, ante sus argumentos, no pueda evitar abrirse a Arcadias. Un día cualquiera, en una de esas tertulias de la mañana sale en defensa de la Manada. Al otro, decide qué vidas son las que importan. Las que merecen ser vividas. Las que deben ser financiadas. Un lamentable discurso eugenésico y ultraliberal que en realidad no aporta nada. Quizá lo más penoso es tener una televisión que a todas horas coreografía la indignación para arañar unos puntos más de audiencia.