El corredor atlántico

José Luis Ábalos FIRMA INVITADA

OPINIÓN

03 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El 20 de febrero presentamos en el Ministerio de Fomento el corredor atlántico, centrado en las actuaciones ferroviarias de mercancías. Fue un acto muy relevante por la importancia de lo que se anunciaba, por el importe de las actuaciones y porque, por primera vez, el Ministerio de Fomento señalaba al Atlántico como una oportunidad para impulsar el desarrollo económico de España. 

Por eso, no me extraña la repercusión que ha tenido en los medios y las reacciones que se han suscitado desde diferentes foros. El impulso al corredor atlántico supone la apuesta del Gobierno por vertebrar España desde todos sus ejes. Porque si en las primeras décadas de la democracia se apostó por fomentar el equilibrio entre el norte y el sur, ahora debemos atender el equilibrio entre el este y el oeste, y hacer del corredor atlántico un proyecto de país tan estratégico como lo está siendo el corredor mediterráneo.

Para favorecer la claridad y que el debate no se deslice hacia polémicas huecas o que respondan a otros propósitos, quiero expresar algunos puntos sobre su desarrollo en Galicia. En la presentación anunciábamos, en primer lugar, los trabajos para incorporar nuevos itinerarios como el A Coruña-Vigo-Ourense-Monforte-León al corredor atlántico de la red básica, con lo que nos comprometemos a mejorar sus estándares, optando a la financiación ventajosa europea para este fin.

Siendo esto muy importante desde el punto de vista estratégico, no completa nuestra visión del corredor. Por ello, junto con los nuevos itinerarios presentamos actuaciones complementarias, como la conexión Monforte-Lugo-Betanzos-Ferrol o la salida sur de Vigo, que no se podían meter en la revisión en curso. Las actuaciones en Galicia suponen una inversión pendiente de casi 2.700 millones de euros.

Hay que aclarar que en esa cifra no está toda la inversión ferroviaria prevista en Galicia dado que, por ejemplo, la red de ancho métrico o la conexión en alta velocidad, en las que hay inversiones muy importantes, no están incluidas. Tampoco las conexiones ferroportuarias, que tienen un sistema de financiación y gestión diferente. Centrar el debate exclusivamente en los números, siendo relevantes, lo limita mucho. El corredor atlántico que hemos presentado se diseña para contribuir en la construcción de una España moderna, competitiva, cohesionada y abierta al mundo. Y para tener éxito hace falta la suma de todos. Me explicaré.

El corredor atlántico requiere la modernización de la red con estándares homogéneos con los europeos. Ello, además del esfuerzo inversor, implica un desafío industrial y tecnológico para el sector ferroviario español, del que podrá beneficiarse dentro y fuera de España.

El corredor debe traducirse en mejoras de los servicios logísticos de las empresas atlánticas. Empresas de sectores como el automóvil, las químicas, siderúrgicos, u operadores logísticos de contenedores, por poner algunos ejemplos, deben contar con menores costes e incidencias de transporte. El sector privado debe aprovecharlas para aumentar su competitividad.

El corredor tiene, también, un papel para reequilibrar el peso demográfico y económico que, en las últimas décadas, ha pivotado más hacia el Mediterráneo y Madrid, que hacia las comunidades atlánticas como Galicia. La experiencia muestra que no llega con invertir más (de hecho, la inversión en las tres comunidades del noroeste ha superado la media sistemáticamente). Es necesario invertir mejor y, para ello, las administraciones, incluida la autonómica, debemos escuchar mucho al sector privado.

Finalmente, el corredor debe impulsar la integración de la economía gallega en las redes europeas. Para ello es vital que tenga continuidad en Portugal y en Francia. Si no, se reducirá su funcionalidad. Esto es mucho más importante que tal o cual inclusión o exclusión, y ahí deberíamos concentrar nuestros esfuerzos y capacidad de influencia.

El éxito del corredor depende, pues, de todos nosotros: administraciones, gestores públicos, empresas logísticas, sector ferroviario, sectores industriales, y de la sociedad en general. Como ministro de Fomento, mi responsabilidad no es solo promover las inversiones anunciadas sino promover la implicación de todos en este propósito.