No podía ser de otra manera

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

Jesús Prieto - Europa Press

08 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El 7,2 % de las mujeres españolas -1,7 millones- sufrieron alguna agresión sexual en su vida (15,2 % en el caso de las mujeres de origen extranjero) y el 94 % dice haberlas sufrido reiteradamente por parte de su pareja (Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, 2015). Otras fuentes, como la psicología forense y criminalística, afinan más el dato: en nuestro país una mujer es violada cada ocho horas, y entre un 10 y un 20 % de la población ha sufrido abuso sexual durante la minoría de edad. En contraposición a esta cruda realidad, la sección segunda de la Audiencia de Navarra viene de rechazar los recursos para el ingreso en prisión de los miembros de la Manada, presentados por la acusación particular y las acusaciones populares ejercidas por el Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra, a las que se adhirió la Fiscalía.

Para los magistrados no existe riesgo de fuga, pero es evidente que sí de contagio. Desde 2016, cuando los sucesos de Pamplona, se han registrado medio centenar de agresiones sexuales múltiples (en grupo) a mujeres y los últimos cuatro meses fueron los peores. Casi siempre coinciden en el afán por grabar vídeos de la hazaña, la juventud de las víctimas, el uso de la violencia para consumar la faena y la admiración hacia la Manada primigenia como fuente heroica de inspiración. Lo nuevo es que los agresores son cada vez más jóvenes e, incluso, menores. Aquí y ahora, el acceso inmediato y sin límites a la pornografía comienza en torno a los ocho años, en una pésima iniciación sexual donde prevalece la exhibición de la satisfacción del varón y el papel sumiso o forzado de la mujer. La víctima de Pamplona acababa de cumplir 18 años pero en las múltiples fotocopias que se vienen sucediendo desde entonces predominan las niñas de 15 años o menos. De las catorce formas de violación y violencia sexual tipificadas, en la mayoría de los casos citados se dan varios simultáneamente: violación en grupo; por parte de desconocidos: como delito de odio; y pederastia (cuando son menores).

Pareciera que entre numerosos miembros de la Judicatura predomine la carencia de sensibilidad y conocimiento suficiente del espíritu de la ley. Tal vez actúan más según su propia doctrina que en razón a la racionalidad jurídica, contradiciendo la sana confianza en que la Justicia sea justa. Mientras tanto, aumentan los brutos disfrazados de hombre que se divierten copiando la fórmula acuñada en los Sanfermines de 2016 por los cinco de la Manada siguiendo un ejemplo normalizado y asumido. Agustín Martínez Becerra, abogado de los agresores, recibió la noticia del rechazo a los recursos con un esclarecedor «no podía ser de otra manera».

Lamento tener que darle la razón porque la abundancia normaliza la casuística. Y a mí se me abren las venas, qué quieren que les diga.