El taxista y el cambio climático

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

01 feb 2019 . Actualizado a las 09:36 h.

No recuerdo dónde escuché la frase que dice que la opinión de un científico sobre un determinado tema, sin suficiente evidencia experimental, tiene el mismo valor que la de un taxista o un carnicero, pero me gusta. Me gusta porque de ella se deduce que, en caso contrario, cuando las evidencias son aplastantes, ambas opiniones no pesan lo mismo. Les parecerá obvio, pero verán que no está tan claro cuando les cuente lo que me ocurrió la semana pasada.

Viajaba en un taxi y quiso el destino que en la radio del coche un periodista relatara los titulares del día en los periódicos. En un determinado momento comentó la publicación de un artículo en una revista científica, publicado en la prensa con el titular «El cambio climático amenaza a la población de osos del Cantábrico». Según los investigadores, dijo, «hasta el 50 % de los animales desaparecerán por el efecto del calentamiento sobre las plantas que come».

Inmediatamente el conductor reaccionó diciendo que él no se creía lo del cambio climático y comenzó un monólogo en que se preguntó cómo los osos podían saber que cambiaba el clima -«¡vaya chorrada!», exclamó-, y que ahora se le echaba la culpa de todo al cambio climático; con el rostro inflamado, concluyó: «Como sigamos así, cuando mi hijo llegue de madrugada un viernes dirá que la culpa la tiene el calentamiento global».

Como yo permanecía callado me preguntó mi opinión y, prudentemente, le dije que si eran especialistas en el tema no veía razón para dudar de sus conclusiones. Le comenté que cuando tenía una infección acudía a un médico y no a un fontanero y, para tratar de zanjar el asunto, le expliqué que si había tomado un taxi era porque suponía que eso implicaba que tenía el carné de conducir, que tenía el coche asegurado, etc. «Algo de razón tiene», me dijo.

Obviamente, al llegar a casa consulté el citado artículo, publicado por unos investigadores asturianos, que sostiene que, con las actuales predicciones sobre el incremento de la temperatura en la cordillera Cantábrica, las plantas que constituyen la dieta del oso verán alteradas sus áreas de distribución, modificando el patrón de recursos disponibles, lo que implica mayor competencia por el alimento y mayores desplazamientos para la búsqueda del mismo. La intensidad de estos efectos dependerá de los diferentes escenarios de emisiones. Parece razonable, pensé.

Lamento no tener un ejemplo con un carnicero, pero el del taxista no es el único en que un asunto científico es tratado como un tema de opinión. Recuerden al primo de Rajoy sobre el cambio climático, o al ex ministro Sancho Rof, que afirmó sobre el síndrome tóxico del aceite colza: «El mal lo causa un bichito. Es tan pequeño, que si se cae de la mesa se mata»; ciencia pura. Piensen en los contrarios a las vacunas, en los negacionistas del VIH o los anti conservacionistas y verán que los falabaratos son más de los que creemos.

En fin, no tengo nada contra el taxista, su coche estaba perfectamente ordenado y limpio, y manejaba bien el cambio de marchas. Además le deseo mucha salud, no vaya a tener un problema en la aorta y opine que es una vena.