El nuevo paradigma de salarios y precios

Carlos Estévez Mengotti PROFESOR DE ANÁLISIS ECONÓMICO DE LA UDC DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE INTERNACIONALIZACIÓN DE ESTUDIOS LUÍS FERNÁNDEZ SOMOZA

OPINIÓN

06 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco después de la última uva de fin de año, nos sorprendemos con las subidas en los precios regulados. Estas subidas provocan repuntes de la inflación en enero, que luego se suavizan con la bajada de otros productos a lo largo del año. Es poco admisible la imposición de precios regulados al alza cuando la demanda es cautiva. Los precios se contagian de una oferta masiva de productos vía Internet y los bajos costes salariales relativos en China y la India. Este es un escenario poco atractivo para el empleo. De hecho, la curva de Phillips que relaciona empleo e inflación (salarios), se alarga como sucede en Estados Unidos de modo que el desempleo debe ser mínimo para que los salarios suban. En España, con un 14,5 % de desempleo estamos, cerca de la media histórica (16,9 %) pero lejos del desempleo mínino del 8,8 % en 2007. Esto hace que los sueldos no sufran presión al alza, estos suben solo en sectores con gran demanda, tales como el big data o e-commerce, y el resto se estabilizan. Es difícil romper este desequilibrio, se intentan pactar subidas como en el Acuerdo Nacional Para el Empleo y la Negociación Colectiva, de junio pasado con alzas del 3 %, o la subida del salario mínimo interprofesional de un 22,3 % hasta los 900 euros. Sin embargo, el fino ajuste (fine tuning) de estas políticas es muy difícil de conseguir. Frente a la paradoja del bajo salario mínimo en España, recordemos que en Francia es de 1.498 euros mes, el incremento del SMI plantea la disyuntiva de si el efecto de incremento de demanda de los trabajadores afectados, compensará a las pymes que se abstendrán de crear empleo por aumento de salarios.

Los sueldos suben fundamentalmente por dos razones, la disminución del desempleo y el aumento de la confianza empresarial. Es toda una generación la que está sufriendo los desajustes de nuestro mercado de trabajo que sorprende a muchos economistas, como el propio Blanchard que ha descrito nuestro mercado laboral como una irregularidad. Los objetivos están claros, crecimiento incluyente, retener el talento, salarios reales que se incrementen con la productividad, no perder a toda una generación. Encontrar las herramientas adecuadas y la resistencia a los cambios, son las grandes dificultades de estas políticas en el nuevo paradigma.