Tiene una mirada única sobre las cosas. Tan única, que fue prácticamente el único ser vivo que no vio venir la fenomenal crisis económica del 2008. Luego, de golpe, la expresión «en el paro» definió la situación laboral de 5,8 millones de personas. Muchas aún siguen en la cuneta del desempleo. Él, no. El hombre que metió a España en la Champions, pero del Inem, un día vuela a Venezuela a negociar lo innegociable y al otro se reúne con Otegi, porque, se justifica, «tenía interés en conocerle». Ojos de cervatillo, ¿mirada de lince?, este hombre dice ahora que los independentistas no son golpistas y que está muy bien reunirse con ellos. Luego salen los rufianes de turno a aplaudirle la ocurrencia. Zapatero se está gustando. Si un día este expresidente del Gobierno abriera los ojos, pero de verdad...