Serrat, hoy no puede ser un gran día

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Andreu Dalmau | Efe

20 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hoy puede ser un gran día». Así se titula una de las grandes canciones de Juan Manuel Serrat. Pese a mi devoción por el gran artista catalán, y en particular por esta gozosa y terapéutica invitación al optimismo, me temo que en esta ocasión no puedo darle la razón. El de hoy va a ser un mal día. Un mal día para Cataluña, para España, para la democracia y para cualquiera que defienda la Constitución.

Esta jornada pasará a la historia como aquella en la que un presidente del Gobierno de España arrastró por los suelos la dignidad de la nación a la que representa, plegándose de manera vergonzosa a todas las exigencias de un presidente de la Generalitat que no lo reconoce como autoridad en Cataluña, y que exige por ello un trato de igual a igual con el jefe del Ejecutivo español.

Con su gesto de arrodillarse ante el independentista Joaquim Torra accediendo a su imposición de que antes de que el Gobierno pueda reunir a su Consejo de Ministros en Barcelona se celebre una cumbre bilateral entre ambos ejecutivos, como si se tratara de una visita a un Estado extranjero, Pedro Sánchez no solo se descalifica a sí mismo como representante de todos los españoles, sino que humilla al resto de autonomías y convierte a sus habitantes en ciudadanos de segunda, cuyos dirigentes políticos no merecen el mismo trato que los de la Generalitat.

La imagen de un Gobierno español que tiene que llegar a Cataluña casi a escondidas, ocultando hasta el último momento qué medio de transporte utilizará para desplazarse, movilizando a más de 9.000 miembros de las fuerzas de seguridad y enviando a Barcelona a más de mil policías y guardias civiles procedentes de otros puntos de España para garantizar su seguridad, era ya suficiente para echar por tierra cualquier sensación de normalidad y ofrecer al mundo un espectáculo lamentable.

Pero si se tiene en cuenta que es el propio Torra quien jalea a aquellos grupos que prometen sembrar mañana el caos y el terror en Cataluña para impedir que se celebre el Consejo de Ministros, los alienta a «apretar» y defiende la vía eslovena a la independencia, que implica guerra y muertos, la pleitesía que hoy va a rendir Sánchez a quien él mismo tachó de «racista» se convierte en un hecho de extraordinaria gravedad.

Cuando el Gobierno abandone Barcelona y esos mil agentes se retiren, los catalanes no independentistas seguirán igual de indefensos y a merced de esos grupos radicales.

El líder del PSOE demuestra que está dispuesto a todo, incluso a denigrar a la nación a la que representa, con tal de permanecer un minuto más en el poder.

No es en absoluto casual que después de que Sánchez se plegara a esa esperpéntica cumbre bilateral entre España y Cataluña, el PDECat, partido controlado por el prófugo Carles Puigdemont, anunciara su disposición a votar a favor de la senda de déficit, paso previo a la aprobación de los Presupuestos.

Lo siento, Serrat.