Un cordón sanitario contra Torra

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

11 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La política española se ha empobrecido al mismo ritmo en el que se han embrutecido los discursos y se han degradado hasta la náusea los argumentos ideológicos. El inesperado final de casi 40 años de hegemonía socialista en el Gobierno de Andalucía, unido a la repentina y preocupante irrupción de la derecha más radical en el parlamento autonómico, han provocado una respuesta desde la izquierda muy poco elaborada, que acaba en muchos casos volviéndose contra sí misma. Resulta vergonzoso escuchar los argumentos que se utilizan para tratar de impedir un cambio en una Andalucía que la izquierda había convertido en su cortijo.

El principal razonamiento del PSOE y de los gobiernos de Susana Díaz y Pedro Sánchez para aferrarse al sillón es el de que los socialistas han ganado las elecciones y que para investir a un presidente de centro derecha es necesario que ese cambio sea apoyado por un partido como Vox, al que califican de «inconstitucional», ignorando así que, por repugnantes que puedan ser algunos de sus argumentos programáticos, ninguno vulnera la Constitución, ya que de ser así no sería una fuerza legalizada.

Al parecer, en el PSOE nadie ha caído en la cuenta de algunos pequeños detalles. El primero es que Pedro Sánchez es presidente del Gobierno de España sin haber ganado jamás unas elecciones. El segundo, es que si preside el Gobierno es gracias al apoyo de fuerzas que no es que propongan cosas inconstitucionales, sino que han dado un golpe de Estado. Entiéndase. El problema no es que Sánchez se apoye en partidos que promueven la independencia, que es un objetivo legítimo, sino que se asocie con quienes han violentado y pisotean cada día la Constitución. Al parecer, para Sánchez y para Podemos es primorosamente democrático negociar, aunque sea en la cárcel, con quienes defienden una independencia que produzca muertos. Y también son aceptables los votos de quienes dejan las calles en manos de los violentos y se ensañan luego con la policía que trata de imponer el orden.

Sánchez debería entender que es su asociación con quienes tachan a los españoles de «bestias con forma humana» la que alimenta a la derecha más radical. Vox no nació ayer. En las generales del 2015 obtuvo en toda España 58.114 votos Un año después, en 2016, descendió a 47.183 votos. ¿Que ha ocurrido desde entonces para que alcance solo en Andalucía 400.000 votos? Que quienes insultan a los españoles se han convertido en socios del Gobierno y que Sánchez se niega a actuar contra quienes, desde su dacha de Bruselas, piden sangre y muertos en Cataluña para alcanzar sus objetivos.

PP y Ciudadanos están obligados a alcanzar un acuerdo de Gobierno en Andalucía. A presentar a un candidato sin negociar nada con Vox. Y a gobernar esa comunidad sin ceder a los planteamientos reaccionarios de Santiago Abascal, al contrario de lo que ha hecho Sánchez, que además de suplicar y aceptar los votos del racista Torra y el supremacista Junqueras, no ha cesado de hacer concesiones a quienes incitan a la violencia.