Galicia no es California (por suerte)

OPINIÓN

05 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El fuego nos fascina y nos atrae, me atrevo a decir, desde la primera vez que un hombre de las cavernas consiguió por casualidad o empeño dominar esa fuerza de aspecto casi mágico y a la vez banal. Desde aquel remoto día nuestra relación ha sido compleja y en ocasiones, terrible, como cuando las llamas se escapan de nuestro control, algo que sucede con demasiada frecuencia. En los incendios forestales de California, las cosas pintaron oscuras. Los muertos sumaron decenas y los desaparecidos, el millar, en una lista enorme y angustiosa que no dejó de fluctuar. Ya sea por la magnitud de los fuegos, ya sea porque California forma parte del imaginario colectivo de medio planeta gracias a la globalización de Hollywood, ya sea porque eso de los incendios forestales a los gallegos nos cae, lamentablemente, muy cerca, lo cierto es que esos fuegos a miles de kilómetros de distancia nos sobrecogieron. Y al mirar el hilo fino de la trama ves pequeñas diferencias con nuestros propios incendios forestales que llaman poderosamente la atención.

Para pasmo de medio mundo, hemos descubierto que en California y en casi todos los estados de la superpotencia americana, la mayor parte de los bomberos no son profesionales, sino que son voluntarios. Sí, así como suena. Al parecer, más del 80% de los que combaten contra el fuego son personas sin formación específica que deben pedir permiso en sus trabajos para poder acudir a su estación y combatir las llamas. Si usted tiene la icónica imagen de esos camiones rojos recorriendo las calles, quizá esto le choque. Existen los profesionales, sí, pero son una minoría en un enorme y vasto país con una legislación dispar. No solo se trata de que la mayoría de los que luchan contra el fuego no sean profesionales sino que además muchos de ellos se ven obligados a comprar sus propios equipos, lo cual da lugar a una mezcolanza de materiales, calidades y medios perturbadora.

Uno podría pensar que un país como Estados Unidos tendría un servicio de extinción de incendios a la altura de la mayor potencia del planeta, pero la realidad es bien distinta. Las cuadrillas forestales de cualquier pequeño concello gallego podrían, según parece, darle sopas con onda a más de una de las brigadas que lucha contra el fuego en California Y ya no hablemos de la UME o de los bomberos forestales de la Xunta, profesionales cotizadísimos y respetados en toda Europa, que ya han intervenido más de una vez fuera de nuestras fronteras. Así que, en esta perversa competición parece que ganamos de calle, por suerte para nosotros y como reconocimiento al trabajo bien hecho.

Para poner aún más contexto desquiciante, la situación fue tan caótica en California que algunos adinerados residentes de Malibú decidieron contratar cuadrillas de bomberos privadas para defender sus viviendas. Tipos perfectamente equipados, con sus camiones y motobombas, estuvieron sentados en la puerta de esa mansión, sin hacer nada, mientras las llamas siguieron sin control a unos kilómetros, porque les pagaron para defender ese punto y no otro. ¡Pagar para que no arda tu casa! Qué quieren que les diga, yo me quedo con los bomberos de la Xunta.