De Kruschev a Beiras y ahora a Ana Pontón

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

SANDRA ALONSO

25 nov 2018 . Actualizado a las 13:03 h.

Era el año 1960 y Nikita Kruschev golpeaba con el zapato en la mano su mesa en las Naciones Unidas fuera de sí por las críticas de un dirigente filipino a la política exterior soviética.

Era el año 1993 y Xosé Manuel Beiras, en pie, hacía lo mismo con el calzado para protestar contra la reforma electoral de Manuel Fraga que elevaba del 3 por ciento al 5 por ciento el mínimo para conseguir un escaño en el Parlamento gallego. Fraga así intentaba cargarse de un plumazo a partidos históricos como Esquerda Galega o Esquerda Unida.

2018, Ana Pontón radicaliza su discurso, tal vez nerviosa por afianzarse en la lucha que mantiene por los votos con En Marea. Un día decide que Núñez Feijoo pertenece a «unha das Manadas», cuando ella sabe muy bien que, por muy crítico que se sea con las políticas de Feijoo en Galicia, sus acciones no tienen nada que ver con la de los condenados por la barbaridad de Pamplona. Al día siguiente, Ana Pontón sigue en modo Beiras y vuelve a tirar de histrionismo para definir a Feijoo como un macho alfa. Está claro que las elecciones están muy cerca. Cada vez que los políticos olfatean urnas se saltan todas las líneas rojas. Y los Parlamentos se convierten en teatrillos, o casi habría que decir que en tablaos.

Era el 2016, cuando la líder del BNG irrumpió a lo grande en la política gallega al llevarse de calle, junto a Feijoo, aquel debate de las autonómicas. Luís Villares no hizo entonces nada más que titubear. Con Leiceaga, entonces líder de las siempre freudianas filas socialistas gallegas, se podían contar ovejas para ponerse a dormir. Y de la candidata de Ciudadanos no tenemos recuerdo ni del nombre. Así fue que aquella Ana Pontón demostró un poso y unas maneras que dinamitó esta semana de forma abrupta. ¿Quiénes son sus consejeros? ¿Creerá que el camino es el que ha convertido a Gabriel Rufián, protagonista también esta semana, en el payaso oficial?

La política del insulto y la descalificación busca titulares y, sobre todo, arder en el napalm de las redes sociales. Pero logra nulo efecto en el votante que piensa antes de votar. Tenemos una clase política que no tiene ninguna clase. No esperamos demasiado de ellos. Pero refugiarse en el exabrupto y en las comparaciones que no se sostienen no parece la mejor manera de sumar.

Feijoo tiene todavía muchos deberes y frentes que mejorar en Galicia, pero, desde luego, fue uno de los primeros en criticar la sentencia de la Manada que movilizó a toda España. Ana Pontón ha elegido un excelente candidato para A Coruña, Francisco Jorquera, un hombre con discurso que si no se lanza a la selva del «insulta que algo queda» puede lograr unos excelentes resultados en María Pita. Ana Pontón tiene otro espejo próximo, el de Lores, alcalde ya eterno de Pontevedra, por hacer bien las cosas y por no levantar una palabra sobre otra. Si la ruta del BNG va a ser la del peor ERC o la de los bufones de Puigdemont o Torra, mal vamos.

El parlamentarismo es un arte. Una de las bellas artes si se sabe practicar. Pero produce tristeza que Pontón parezca haber elegido seguir a Rufián y hacer daño sin más, sin argumentos. Necesitamos cambios en políticas de Feijoo, como, por ejemplo, en la sanidad gallega, de nada sirve que la oposición simplifique insultando.