Un estadillo de ideas, por favor

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

14 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene Pedro Sánchez un programa, una guía, de lo que quiere hacer con este país? Hago esta pregunta después de conocer las últimas ideas que él o sus ministros han expuesto en las últimas horas. El lunes por la noche, el presidente anunció que piensa reducir a tres los tipos de contratos laborales y hacer obligatoria la jubilación por razones de edad. Ayer, martes y 13, salieron a la luz algunas de las ideas de futura Ley de Cambio Climático, con algo tan espectacular como la desaparición de los coches de diésel, gasolina e híbridos en un futuro medio: dejarán de matricularse dentro de veinte años. Con algún retraso sobre la promesa inicial renace la reforma de la Constitución para acabar con los aforamientos. Casi no hay una semana donde no aparezca por arte de mágica inspiración algún proyecto nuevo, alguna idea genial, o alguna simple ocurrencia. Ya no sabemos dónde empieza la acción seria de gobierno y dónde el gobierno del globo-sonda.

Estamos, pues, en la edad de oro de la creatividad en materia de propósitos. Es -ya lo escribimos alguna vez- como si los ministros hubieran recibido la instrucción de inundar el país de iniciativas, para crear la impresión de que tenemos un Gobierno que quiere cambiar este país… para que después todo siga igual, como se acaba de demostrar en el Consejo del Poder Judicial: cuando Pedro Sánchez firmó su pacto de gobernación con Albert Rivera, el presidente anunció una reforma de ese Consejo que iba a asombrar al mundo mundial por su novedad y por la independencia que garantizaría. Rivera debía tener la patente del gran invento, porque el Consejo se siguió renovando como siempre. Y Carmen Calvo puede alegar que el presidente del Gobierno nunca dijo eso: quien lo dijo fue Pedro Sánchez en su vida anterior.

Propongo al presidente que cree en La Moncloa un gabinete de crisis de las ideas: un pequeño equipo humano cuyo trabajo consistirá en llevar un estadillo de las promesas y propuestas que hacen los ministros, las ministras, los secretarios de Estado, los subsecretarios y los directores generales, porque empieza a ser literalmente imposible recordarlas todas o evitar las contradicciones. Tampoco vendría mal que ese gabinete recopilase periódicamente todas las iniciativas y las publicase en la red para darles apariencia de programa de Gobierno, ya que no existe un programa auténtico al que nos podamos acoger. Hágalo, presidente.

De lo contrario va a parecer, si no lo parece ya, que gobernar es despertarse cada mañana preguntando qué ocurrencia tenemos hoy. Y el día que no haya ninguna, el presidente puede caer en depresión. O algo peor: puede acabar llamando a Pablo Iglesias a ver qué se le ocurre para salvar la situación.