En reparación a Calvo Sotelo

Francisco Vázquez FIRMA INVITADA

OPINIÓN

05 nov 2018 . Actualizado a las 17:26 h.

En aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, el pleno de la Diputación coruñesa aprobó hace unos días por mayoría el cambio del nombre del instituto de educación secundaria Calvo Sotelo, perteneciente a dicha institución provincial. 

Tal decisión, además de reflejar una muy preocupante ignorancia de la verdad histórica por parte de sus avalistas, pone en clara evidencia la naturaleza revanchista de la Ley de la Memoria Histórica y la imposición sectaria y unilateral del relato histórico, que su articulado establece. Lo lamentable es que una institución democrática y con los votos de un partido que se declara constitucionalista, como es el PSOE, justifique un crimen de estado, legitimando el asesinato de uno de los lideres de la oposición, en un magnicidio ejecutado desde el conocimiento y con la colaboración de altas instancias del Estado, participando con el mismo miembros de las fuerzas del orden público, adscritas al Ministerio de Gobernación.

Don José Calvo Sotelo, gallego de Tui, era en las Cortes de la República diputado de Renovación Española, por la demarcación de Ourense. Junto a Gil Robles y a Goicoechea era uno de los líderes de la derecha parlamentaria.

En la madrugada del 13 de julio de 1936, fue detenido en su domicilio de Madrid, por un grupo de agentes de la autoridad, mandados por el teniente de los guardias de asalto Máximo Moreno, el cual identificándose le indicó que lo llevaban al ministerio para su interrogatorio, a pesar de las protestas de Calvo Sotelo, que alegó la inmunidad que le asistía como diputado.

En un coche Hispano del parque móvil del ministerio, viajaban junto al político varios agentes de policía, entre ellos Baldomero Sanz, Isidoro Castiñeira y Luis Linares, así como algún civil. Uno de estos era el pistolero desgraciadamente coruñés, Luis Cuenca Esteras, miembro del PSOE y perteneciente a la milicia socialista armada, llamada la motorizada, que daba escolta a algunos de los dirigentes socialistas. 

Según algunos testimonios fue Luis Cuenca el que alevosamente descerrajó dos tiros sobre la nuca de Calvo Sotelo, cuyo cadáver abandonaron a las puertas del cementerio del Este. Esto sucedía cinco días antes del 18 de julio, fecha del inicio de la Guerra Civil.

La Diputación coruñesa en un maniqueísmo ignominioso, condena por extensión a todas las ideologías, partidos políticos y personajes públicos que no coincidan con los del bando republicano en la Guerra Civil, soslayando los crímenes y los criminales de esa parte contendiente, incluso los previos a dicha guerra, siguiendo las mismas, las idénticas pautas de comportamiento que aplicó la historiografía franquista durante cuarenta años.