Rivera no quiere ser un Casado bis

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

Pilar Canicoba

31 oct 2018 . Actualizado a las 07:51 h.

Las encuestas del CIS pueden decir lo que quieran. Por ejemplo, que el partido político Ciudadanos ha adelantado al Partido Popular y está situado en el segundo puesto del ránking, después de un desbocado PSOE. Pueden decir lo que quieran, que ni Albert Rivera se lo cree. Si lo creyese, habría continuado con la misma política que en teoría lo hizo crecer y habría seguido partiendo el piñón con Pablo Casado. Por ejemplo también, en la Mesa del Congreso de los Diputados para que Pedro Sánchez no pueda reformar la Ley de Estabilidad y los Presupuestos pudieran ser vetados en el Senado por la apabullante mayoría del PP.

A partir de esa falta de credibilidad en el CIS, Rivera hace un truco de magia que consiste en lo siguiente: nosotros, Ciudadanos, nos oponemos frontalmente a estos presupuestos ilegales y pactados en una cárcel, no aceptamos el déficit público que proponen, votaremos en contra si no prosperan nuestras enmiendas, pero prestamos nuestro apoyo al Gobierno para que se puedan discutir. ¿A pesar de que son ilegales?, le preguntaríamos todos. Sí, señor, nos responderían: a pesar de que son ilegales e infumables.

Si detrás de este juego de malabarismo no hay intención y estrategia política que nada tiene que ver con los números, que venga Dios y lo vea. Los equipos Rivera hicieron unas cuentas que no tienen nada que ver con los Presupuestos. «Llevábamos demasiado tiempo haciendo el favor al PP», dijo uno de sus portavoces y esa confesión tiene un alto valor: quiere decir que intentan salir de un círculo donde a Rivera se le confunde con Casado y Ciudadanos parece un PP disfrazado, con la desventaja de ser considerado de extrema derecha. Si se le identifica con la derecha tradicional, pero dice cosas más duras, verde y con asas: extrema derecha al canto. Una definición que no puede aceptar Rivera después de haberse presentado y quizá creído la reencarnación de Adolfo Suárez.

Añadan ustedes que estamos a las puertas de las elecciones andaluzas y es arriesgado ser el enemigo declarado del PSOE, que en Andalucía es la vaca sagrada, y tendrán el diagnóstico completo: más vale aparentar un corrimiento hacia el centro que ser un apéndice conservador. El centro está vacío, después de que Casado se situó en el aznarismo y Sánchez parte piñones con Iglesias. Ahora bien, señor Rivera: el centro no se gana solo con astucias parlamentarias. Se gana con actitudes que se resumen en dos palabras: templanza y moderación, que son justamente las que Ciudadanos perdió. Si las recupera, adelante con los faroles. Si no, seguirá siendo el segundo partido conservador. Y de segundo no se gana lo que decide entre parecidos: el voto útil final, gran especialidad del Partido Popular.