Proteger la democracia

Carlos G. Reigosa
Carlos g. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

22 oct 2018 . Actualizado a las 08:53 h.

La sospecha de que la democracia puede correr peligros en Occidente está más arraigada de lo que creemos, quizá porque la situación actual es confusa, y los nuevos liderazgos -una variada gama de populismos- parecen querer ilustrar la realidad de que el llamado «nuestro mundo libre» está en riesgo de descomposición o de reformulación. La pregunta ni siquiera es si esto es así o no. La verdadera pregunta es si los ciudadanos nos estamos enterando de lo que pasa y, en el caso de que la democracia corra peligro, si estamos dispuestos a defenderla, y cómo. Porque los populismos han venido a librar su batalla dentro del sistema democrático actual. ¿Qué pasará si consiguen la victoria? Los diagnósticos intelectuales son confusos y oscuros, porque esos populismos todavía no han definido una unidad de destino en lo universal. Es decir, se sabe casi todo lo que rechazan, pero no lo que quieren conseguir. Porque todos los populismos alardean de ser democráticos, desde Turquía o Rusia a la victimada Venezuela, dentro de una lista de naciones no sé si creciente, pero sí ya muy larga. ¿Y qué está siempre en juego? Las libertades y la democracia, en un juego perverso que consiste en utilizar las palabras prestigiadas para encubrir sus fechorías y sus farsas electorales. En España todavía estamos en el paraíso democrático, afirman casi todos, y yo creo que es así.

Pero lo que me parece verdaderamente relevante es que nuestro juego democrático no descarrile y vaya a parar a una salida oscura y no deseada. Una salida de debilidad o de corrupción de la propia democracia. Es en este punto en el que debemos mantener la exigencia y un rigor vigilante, conscientes de que se puede perder lo que no se defiende con determinación y claridad.

Porque en el entorno reina la confusión. Y cuando digo el entorno me refiero en primer lugar a la propia Unión Europea. Nuestra memoria no debe permitir que se desdibujen unas lecciones tan duramente aprendidas. Lecciones de democracia y de libertad que hay que defender una y otra vez.