¡España insólita!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Enric Fontcuberta | Efe

03 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

España insólita: el actual Gobierno de España, un país cuyo problema político más grave desde la aprobación de la Constitución no es otro que la insurrección de las autoridades regionales catalanas contra nuestro sistema democrático, llega al poder con el apoyo de los partidos rebeldes y se sostiene con sus votos, sin los que no puede tomar ni una sola decisión necesitada del aval parlamentario.

España insólita: el actual presidente de la Generalitat llama a los independentistas a movilizarse en un nuevo 1 de octubre «sin miedo, hasta el final y con todas las consecuencias», lo que provoca gravísimos desórdenes (entre ellos un intento de asalto al Parlamento catalán), desórdenes que deben contener los Mossos de Esquadra, un cuerpo que depende, en última instancia, del propio presidente catalán, quien, ¡al mismo tiempo!, incita a la intifada separatista y ordena reprimirla.

España insólita: la vicepresidenta y varios miembros del Gobierno manifiestan que los líderes separatistas en prisión preventiva por la presunta comisión de gravísimos delitos deberían estar en libertad provisional, lo que supone no solo una increíble violación de la separación de poderes en que se basa toda democracia, sino también una gravísima desautorización de la labor de unos jueces sobre cuyas espaldas recae hoy la terrible tarea de sustanciar las responsabilidades penales del golpe de Estado independentista. Para que no haya duda alguna sobre la voluntad gubernamental de interferir la labor judicial, la delegada del Gobierno en Cataluña pide que los golpistas presos sean indultados antes incluso de su juicio, sin que la desautorice ni un solo miembro del ejecutivo.

España insólita: los secesionistas catalanes basan su defensa de la independencia en la supuesta (y falsa de toda falsedad) falta de respeto por parte del Estado a la diversidad de España, mientras practican una política sistemática de represión brutal de la diversidad interna existente en Cataluña, comunidad de la que no forman parte según ellos los no nacionalistas.

España insólita: ante un informe de la alta inspección del Estado denunciando la sistemática manipulación de la enseñanza en Cataluña, concebida como un instrumento para la formación de nacionalistas, la reacción del Gobierno es poner a caldo a sus propios inspectores en lugar de adoptar medidas para evitar la espeluznante realidad de la manipulación en las escuelas catalanas, que es del dominio público desde hace muchos años.

España insólita: en lugar de unirse con los partidos constitucionalistas para hacer frente al nuevo intento de proclamación de una república catalana independiente, el Gobierno se confabula con los separatistas y denuncia a los defensores de la Constitución como corresponsables de la crisis catalana.

Sí, España insólita, que nos alarma, nos irrita y, al fin, nos avergüenza de un modo que no deja de crecer.