La contaminación, el gasóleo, la salud y tú

Ángel López-Silvarrey EL DEBATE

OPINIÓN

30 sep 2018 . Actualizado a las 09:42 h.

E n las últimas semanas se debate sobre el aumento del impuesto al gasóleo propuesto como medida de «fiscalidad medioambiental». Hay motivos relevantes de preocupación por la calidad de nuestro aire. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma en informes recientes que el 91 % de la población respira aire contaminado, lo que provoca 4,2 millones de muertes prematuras cada año. La contaminación atmosférica es la causa de casi la mitad de los fallecimientos por enfermedades pulmonares obstructivas crónicas y de un cuarto de las muertes por enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares y cáncer de pulmón, además de otros tipos de cáncer. El impacto es mayor en personas con asma, enfermedades del corazón o pulmón, así como en las personas mayores y los niños. Los menores presentan mayores tasas de muerte súbita, retraso del desarrollo pulmonar y mayor prevalencia de enfermedades alérgicas y respiratorias como asma, bronquitis repetidas y neumonías.

Estas devastadoras consecuencias para la salud se deben a la inhalación de contaminantes (partículas sólidas en suspensión, dióxido de nitrógeno, precursores del ozono y otros) que dañan directamente el tejido pulmonar. Algunos de ellos alcanzan el torrente sanguíneo y se distribuyen por todo el organismo causando daños en otros órganos como el cerebro o el corazón.

La disminución de la contaminación hasta los niveles recomendados por la OMS reduciría la mortalidad que provoca en un 15 %, cifra que mejoraría con descensos mayores. Es un objetivo prioritario de salud pública disminuir las emisiones nocivas al máximo, más allá incluso de las citadas recomendaciones.

Las fuentes de contaminación atmosférica son múltiples (la industria, gestión de desechos, obtención y uso de la energía, el transporte…) y por ello las políticas de actuación deben ser diversas e integrales. Los automóviles, sin duda, tienen un peso importante en este problema. Sin embargo, con la prohibición de los carburantes con azufre en el 2009, así como la aplicación de las medidas Euro (siendo la última la Euro 6, del 2015), las emisiones de óxido de azufre y partículas en suspensión (provenientes mayoritariamente de la combustión del diésel) se han visto notablemente reducidas. Así, en la actualidad, estudios como el EcoTest ADAC encuentran más variabilidad en el nivel de emisiones entre marcas y modelos que entre tipos de combustible utilizados. Patrick Hayer, experto de la Universidad de Montreal, afirma que «dado que el diésel es mucho más limpio que antes, los reguladores ambientales deben cambiar su enfoque a los coches más sucios de gasolina o gasóleo y otras fuentes de contaminación del aire». Es decir actuar más según la cantidad y el tipo de emisiones que según el tipo de combustible.

Es importante que los ciudadanos conozcamos la repercusión de la contaminación sobre el medio ambiente y la salud humana, entre otras cosas porque somos protagonistas ineludibles de muchas de las medidas a tomar. Por otra parte, nos corresponde decidir junto a nuestros representantes, cuáles son las políticas integrales, posibles y realmente eficaces para mejorar la calidad de nuestro aire. Y en el debate actual, valorar si un impuesto general al diésel, que no discrimina a los vehículos según el nivel de emisiones, alcanzará de forma justa el objetivo medioambiental deseado.

Nos toca informarnos y reflexionar.