¿Ética por título o título con ética?

Patricia Costas Hermida FIRMA INVITADA

OPINIÓN

28 sep 2018 . Actualizado a las 08:27 h.

Quizás quien lea este artículo no escuchó previamente hablar de la asociación a la que represento en España, cuyo acrónimo es ELSA (The European Law Students´Association). Es la asociación más grande de alumnos de Derecho, que trata en sus tres niveles internacional nacional y local, que los estudiantes que la conforman altruistamente elaboren proyectos ofreciendo así a sus compañeros de aula formación extra-académica. Sin embargo, lo que no se aprecia externamente es el capital humano. No es otro que jóvenes trabajadores, con pasión por el Derecho con mentes académicamente brillantes, que luchan por cumplir sueños propios y ajenos. Este logro se consigue a costa de su preciado tiempo libre de juventud, pero sobre todo actuando desde el corazón con responsabilidad para, de forma colectiva, defender la visión que persigue la asociación: «un mundo justo en el que haya respeto por la dignidad humana y la diversidad cultural».

Cuando comenzamos la carrera nuestras primeras asignaturas fueron Derecho Romano, Historia y Filosofía del Derecho. Esta elección no la considero aleatoria, pues antes de adentrarnos en el fondo de los códigos, necesitamos saber el origen y la base de la disciplina; siendo los motivos de la evolución, el razonamiento crítico jurídico y los aforismos parte de los cimientos para que la reflexión ética nunca se distancie de la búsqueda del equilibrio entre las partes para encontrar el punto justo. No obstante, creo que lo que representa a un buen estudiante de esta ciencia en nuestro día a día son «las gafas del Derecho» con las que ve el mundo. Aprendemos con ello a actuar, a ponernos en la posición de las personas que nos rodean y, sobre todo, a analizar la balanza tanto de legalidad como del bien y del mal.

Cuando me preguntan «¿qué opinas sobre las últimas noticias donde se pone en tela de juicio la formación de miembros del poder ejecutivo o legislativo?» mi respuesta es clara: no es justo. No veo justo que se dañe la imagen de la educación como si fuera sencillo obtener los títulos, depreciando y despreciando los obtenidos por los actuales estudiantes con duro esfuerzo, tanto mental como económico, que los mismos y sus familiares tuvieron que realizar durante años. No veo justo que se dañe la imagen del poder judicial, que representa a la Justicia y al Derecho; tampoco es justo que sea precisamente el poder judicial el prejuzgado ante cualquier escándalo, viéndose además en la obligación de limpiar la desconfianza social hacia los poderes.

No veo justo la falta de ética -si realmente las noticias son ciertas- de las personas en un cargo público que abusan de su poder y posición. Como cargos electos y responsables de nuestra representación deberían rectificar y reconocer errores como sabios incluso antes de llegar al ámbito jurídico. No veo justo el impacto social que estas noticias están dando lugar al aumento de la desafección política y desconfianza que claramente está mostrando una crisis alarmante en el fondo de valores. Pero además de injusto, no siento que represente la realidad de los estudiantes ni el futuro de personas como las que forman parte de nuestra asociación; de los cuales, creo y espero, no pierdan la ilusión ni pasión a causa de las decepciones y malos ejemplos. Pues a veces, aunque parezca que hacer las cosas bien sea más duro, la paz de conciencia no la otorga el mal camino. Por ende, quizás, cualquiera que desee acceder a la política debería de recordar la frase de Max Weber: «El político debe tener amor apasionado por su causa, ética de responsabilidad y mesura en sus acciones».