Más malas noticias para el presidente

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

Rick Wilking | reuters

15 sep 2018 . Actualizado a las 08:27 h.

Una cosa está clara con Donald Trump: para ganar las elecciones se rodeó del grupo más completo de sinvergüenzas que pudo encontrar. Uno a uno, sus colaboradores más estrechos han ido pasando del banquillo del presidente al de los tribunales y a todos se les está encontrando algo, a veces mucho, de lo que dar cuenta. Hasta ahora cuatro ya han preferido declararse culpables ante los jueces para hacer tratos con el fiscal e intentar salvarse de la cárcel: el exasesor de Seguridad Nacional Michael T. Flynn, el asesor en política exterior George Papadopoulos, el propio abogado personal de Trump, Michael D. Cohen... Pero el más útil para la investigación especial sobre el presidente que dirige Robert Mueller ha resultado ser por el momento Rick Gates, vicedirector de la campaña electoral de Trump. Gates es quien ha implicado a una figura mucho más importante, Paul Manafort, el jefe de la campaña, que ahora parece haberse rendido también finalmente y firmado un acuerdo con el tribunal que le juzga en Washington.

Las acusaciones que pesan sobre Manafort versan sobre cosas anteriores a su trabajo con Trump, pero arrojan sombras sobre este. Manafort era un consultor, un conseguidor en el establishment norteamericano para el lobby ucraniano prorruso vinculado al entonces presidente Víktor Yanukóvich. Con su asesoramiento, Manafort hizo millones, que Gates se encargaba de lavar en paraísos fiscales. Hasta que con la caída de Yanukóvich en el 2014 se secó la fuente del dinero. Manafort vio entonces la posibilidad de entrar en el equipo de Trump y vender de nuevo a sus amigos en la oligarquía ucraniana esa nueva influencia. Hasta aquí nada implica al presidente, salvo mostrar su proverbial mal juicio seleccionando colaboradores. La cuestión es si Manafort acabó siendo un intermediario que facilitó la injerencia de Rusia en la campaña de Donald Trump.

 El acuerdo de Manafort con la Justicia incluye una colaboración con el fiscal especial Mueller. Esto abrirá por primera vez para Mueller la puerta al meollo del asunto de la supuesta injerencia rusa en las elecciones del 2016. Para Mueller es un importante éxito porque permite renovar el ímpetu de su investigación, que estaba perdiendo fuelle ante la falta de progresos. De hecho, el grueso de la carga contra Trump se estaba concentrando ya en el asunto Stormy Daniels, sus pagos a cargo de su campaña a una actriz pornográfica por su silencio sobre su relación con ella. Es un asunto con más picante que la injerencia rusa, pero menos grave de cara a un proceso de destitución presidencial, que es lo que buscan los críticos de Trump. Para ello es esencial que cambie la composición del Congreso, lo que podría ocurrir el próximo noviembre, cuando se celebren las elecciones «de mitad de mandato». Y las encuestas apuntan a que estas constantes revelaciones, libros escándalo y declaraciones extemporáneas del propio Donald Trump están haciendo cada vez más probable que este pierda la mayoría.